10 visiones artísticas de astronautas trastornados

Dese hace unos días La Formula del Lápiz tiene una nueva spin-off llamada La Fórmula del Cosmos, un microblog en el que iré recopilando cualquier tipo de arte inspirado en el Universo y la exploración espacial con el que vaya tropezando. Y qué mejor forma de inaugurarla que con una lista -elaborada con las primeras entradas publicadas-, de varios proyectos artísticos basados en la figura que más legítimamente representa la última aventura humana: los astronautas.

Aunque el interés por la belleza y el significado de la experiencia humana en el espacio sigue presente, como demuestra el reciente éxito de la película Gravity, desde que el hombre llegó a la Luna, ser astronauta nunca ha vuelto a ser lo mismo. La exploración espacial se ha convertido en algo rutinario. Los hombres del espacio ya no son intrépidos exploradores, sino adiestrados operarios de laboratorios espaciales. Hoy los astronautas no son héroes nacionales, sino hombres corrientes. No ocupan portadas de periódicos ni reúnen a millones de personas delante del televisor.

Culturalmente, tras el uso mediático, ideológico y propagandístico durante los primeros años de la carrera espacial, el astronauta ha pasado de ser un mito a convertirse en un icono pop que inspira campañas de publicidad, artículos de moda y hasta ropa de cama. Pero el arte, interesado por el viaje espacial desde los inicios de la astronáutica, ha continuado inspirándose en su figura. Si bien a finales del siglo pasado muchos artistas la utilizaron para criticar la estandarización de la cultura de masas (como la serie ‘Space’ del artista islandés Erró) o la manipulación informativa (como ‘Sputnik’ del catalán Joan Fontcuberta), en este siglo la mayoría de artistas parecen coincidir en relacionar al viajero espacial con la soledad, la incomunicación o la pérdida de valores e ideales. La siguiente lista, formada por siete proyectos fotográficos y tres pictóricos, son una muestra de esta tendencia.

1. Crash Landed  de Ken Hermann

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¿Qué pasaría si un día, al girar una calle o al levantar la cabeza en una biblioteca, descubres a un astronauta mirándote fijamente? El fotógrafo Ken Hermann, en ocasiones, ve astronautas deambulando por Copenhagen.  Leer más

2. Astronauts  de Hunter Freeman

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Los astronautas retratados por Hunter Freeman tienen miedo de salir de sus trajes, pero no es fácil adaptarse cuando vives encerrado en una escafandra espacial. Sin duda, para abandonar la Tierra antes es necesario salir de la ‘cuna de la mente’. Leer más

3. Space de Tyler Shields

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¿Quién no ha soñado, alguna vez, en ser astronauta? Sin embargo, el fotógrafo de moda Tyler Shieds tenía otro anhelo: utilizar una cámara Hasselblad 500 como la empleada durante el programa Apolo. Un día su sueño se hizo realidad. Leer más

 4. Lost Astronaut  de Nacho Alegre y Alicia Framis

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¿Por qué ninguna mujer ha ido a la Luna? La astronauta fotografiada por Nacho Alegre y reencarnada en la artista Alicia Framis lleva más de 40 años esperando su turno. Pero, ya se sabe, quien espera, desespera… o bien, como otras muchas mujeres en la historia, acaba haciéndose invisible y anónima. Leer más

5. Astronaut Suicides de Neil Dacosta

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Miles de horas de estudio, entrenamientos intensivos, noches de ojos abiertos imaginando el día en que tu sueño de ingravidez, por fin, se hará realidad… y llega Obama y te cancela el programa del transbordador espacial.  ¿No dan ganas de suicidarse? Leer más

6. Astronauts  de Bernard Bailly

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Los astronautas describen con frecuencia su primer vuelo espacial como una “sensación divina” o una “alucinación paradisíaca”. Los viajeros fotografiados por Bernard Bailly siguen en un estado alterado de conciencia. Leer más

7. Disportraits  de Matthias Schaller

¿Alguna vez has tenido la sensación cuando hablabas con alguien de que no te estaba escuchando? Probablemente es lo que te suceda con los astronautas de Matthias Schaller. Leer más

 8. Astronauts de Scott Listfield

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Los astronautas de Scott Listfield son el presagio de que  el turismo espacial será en unos años el equivalente a los viajes espirituales a la India. La sociedad de consumo tiene los días contados, claro que cuando los vuelos espaciales sean low cost y permitan acumular puntos. Leer más

9. Astronauts de Nicholas Forker

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Astronautas jugando al béisbol, posando con un balón de baloncesto o sentados en un sofá. El bolígrafo de Nicholes Forker escribe fino a la hora de retratar las contrariedades de la cultura americana. Leer más

10. Cosmonauts de Jeremy Geddes

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A los cosmonautas de Jeremy Geddes les gusta echar de comer a las palomas, pero no para matar el aburrimiento, sino para crear atmósfera y dramatismo. Como ángeles de una mitología cósmica, su vuelo espacial es al mismo tiempo un ascenso y una caída. Leer más

Eames: ciencia y diseño

“Take your pleasure seriously” , Charles Eames

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Charles y Ray Eames frente a la maqueta conceptual de la exposición «Mathematica» que diseñaron para el California Museum of Science and Industry en 1961 por encargo de IBM Corporation. Crédito: Eames Office, LLC.

Existen parejas que pueden (o no) llevarse bien en el amor, pero que trabajando juntas son capaces de complementarse hasta el punto de convertir su relación en una fuente de energía creativa arrolladora. Éste fue el caso de Charles y Ray Eames que, además de marido y mujer, fueron el dúo de diseñadores más importante del siglo XX.

Los Eames son un arquetipo de colaboración creativa, pero también de unión entre conocimiento científico y humanista. Charles, como arquitecto, aportaba el conocimiento técnico, mientras que Ray imprimía el sentido artístico y estético. El éxito de sus trabajos son hoy la demostración de que la innovación y la creatividad surgen, a menudo, en la frontera entre disciplinas pero, sobre todo, cuando las personas ponen en contacto sus respectivas imaginaciones. En palabras de Charles: “en última instancia todo se conecta -personas, ideas, objetos. La calidad de las conexiones es la clave de la calidad en sí”.

Sus personalidades se atrajeron como polos opuestos y, gracias a su alianza sentimental y profesional, los Eames dejaron un legado fascinante.  Juntos abarcaron un amplio rango de disciplinas: arquitectura, diseño de muebles, películas, fotografía… Prácticamente, no hubo ningún medio o soporte que la pareja no abordara con imaginación e inventiva. Como manifestó Charles en una ocasión: “es una reacción en cadena; cada tema nos lleva al siguiente”.

Trailer del documental «Eames: The Architect and the Painter» (2011) que analiza la relación profesional y personal del dúo de diseñadores.

Divulgación de la ciencia
Aunque la fama les llegó gracias a sus diseños de muebles, especialmente de sillas (como la inmortal Lounge Chair and Ottaman), los Eames se consideraban a sí mismos comunicadores de imágenes. Su objetivo principal era redefinir cómo el público entendía la información y cómo ésta debía ser presentada, ambición que les convirtió en pioneros de la sociedad de la información. Como manifestó Charles en cierta ocasión: «detrás de la era de la información está la era de las oportunidades».

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Charles y Ray Eames trabajando en un prototipo de la Aluminum Group Lounge Chair en 1957. Crédito: Eames Office, LLC.

Concebían sus proyectos como “llamadas a las armas”, manifiestos intelectuales para educar al espectador en los que conseguían trasmitir grandes cantidades de información pero “dejando salir el buen humor”. Los Eames llamaban a esta estrategia “diversión seria” y a través de ella desarrollaron una amplia labor educativa, fundamentalmente, en la divulgación de la ciencia, a través de revolucionarios diseños de exposiciones, libros y películas que hoy en día siguen siendo un referente.

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Imagen de Charles Eames tomada por el fotógrafo Peter Stackpolel en la Case Study House, donde vivía la pareja, para la revista LIFE en 1950. En el pie de foto del reportaje puede leerse: «Los diseños naturales contenidos en las plantas del desierto de Mojave fascinan a Eames a quien le gusta colgarlos en la pared de su estudio. De ellos dice que recibe ideas para sus propios diseños » (Enlace al reportaje fotográfico completo al clicar en la imagen) . Créditos: Time Inc.

Posiblemente,  la clave principal del éxito de los Eames en la divulgación de la ciencia es que ellos mismos fueron, además de curiosos, unos investigadores incansables. Su colaboración, durante la Segunda Guerra Mundial, con el ejército de los Estados Unidos les permitió tener acceso a los últimos avances tecnológicos en materiales y maquinaria que luego aplicaron a sus creaciones. A lo largo de su carrera, diseñaron muebles con madera contrachapada, fibra de vidrio, plástico, malla metálica, aluminio… que moldeaban con aparatos que ellos mismos desarrollaban en su estudio. Además, inventaron sistemas de asientos múltiples para aeropuertos o escuelas, contenedores, sillas apilables, etc. Y desarrollaron un innovador estilo arquitectónico de bajo coste y diseño minimalista basado en procesos industriales y en la utilización de módulos prefabricados.

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Una muestra de la frecuente correspondencia que la oficina de los Eames mantuvo con científicos. En este caso se trata de una carta al biólogo Jean-Paul Revel, uno de los muchos asesores de la película «Powers of Ten» (1977). Crédito: Manuscript Division, Library of Congress (E-02)

Pero los Eames no sólo estaban al día en el desarrollo de nuevos materiales y técnicas de producción, sino que también adoptaron el lenguaje, la estética y la metodología de la ciencia para crear su impactante estilo visual. De hecho, los Eames tuvieron entre sus colegas y amigos a reconocidos científicos que colaboraron con ellos en muchos de sus proyectos, especialmente, los educativos.

Los Eames se comprometieron a fomentar el entendimiento popular sobre los beneficios sociales del conocimiento. Para ello, desarrollaron la peculiar habilidad de traducir las ideas complejas en simples imágenes con las que conseguían hacer la ciencia fascinante y accesible para el público general. La fórmula seguida por los Eames consistía, por un lado, en mostrar la belleza y la elegancia de los principios científicos y, por otro, en relacionar los aspectos desconocidos de la ciencia con aspectos familiares de la vida cotidiana. De esta forma convirtieron sus exposiciones y películas en atractivas experiencias de aprendizaje en las que la ciencia se integraba con el arte, el diseño y la filosofía.

Colaboración con IBM
La labor divulgativa de los Eames está estrechamente relacionada con la empresa informática IBM. En la década de 1950, tras conocer el filme A Communication Primer (1953) que explicaba el uso del ordenador en un lenguaje llano, IBM contrató al dúo de diseñadores para crear una serie de películas y exposiciones para su programa educativo. El objetivo de éste no era promocionar los productos de la empresa, sino ayudar a entender a la sociedad el potencial y el impacto de las nuevas tecnologías en el futuro. El primer encargo de IBM al estudio Eames fue la realización de la película The Information Machine (1957), una especie de remake de su anterior filme. De esta forma, comenzó una colaboración que se prolongó más de tres décadas y en la que los Eames llegaron a crear más de cincuenta películas, libros y exposiciones para la multinacional informática.

Pero el proyecto más importante encargado por IBM fue Mathematica: A World of Numbers…and Beyond, una exposición interactiva de matemáticas que se convirtió en un referente mundial del diseño de exposiciones científicas para museos. La muestra se realizó en 1961 para inaugurar una nueva sección del California Museum of Science and Industry en Los Angeles. Charles y Ray Eames pasaron un año investigando y diseñando Mathematica. El objetivo de la exposición era crear una exposición que entretuviera y educara, o como expresó Charles: “iluminar a los aficionados sin avergonzar a los especialistas”.

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Charles Eames mostrando a miembros de IBM el «cubo de la multiplicación», un interactivo formado por 512 luces que resolvía las funciones de elevación al cuadrado y al cubo escritas por los visitantes a través de un teclado. Crédito: IBM Corporate Archive

El folleto de la exposición dejaba claro su planteamiento:

“Las matemáticas son una herramienta. Las matemáticas son una ciencia. Las matemáticas son una obra de arte. Las matemáticas son un lenguaje, un lenguaje conocido y usado a diario, un lenguaje que toca y afecta a casi todas las áreas del trabajo humano y el juego.”

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Una llamativa cinta de Moebius, interpretada con una flecha móvil, se convirtió en un de los elementos distintivos de la exposición «Mathematica». Crédito: Eames Office, LLC.

El resultado fue espectacular. Dos muros de 15 metros delimitaban la exposición: el «muro de la historia», una línea temporal que resumía los principales logros de matemáticos famosos; y el «muro de la imagen», que mostraba de forma gráfica principios matemáticos fundamentales. Nueve instalaciones interactivas ocupaban el área central de la exposición  e intentaban explicar al público general conceptos como la multiplicación, la topología, la mecánica celeste, la probabilidad y la geometría proyectiva (explicaciones que se completaban con el catálogo de la exposición). Además, cinco “peep shows” mostraban a los asistentes divertidas películas de animación de dos minutos -con música de Elmer Bernstein-, sobre conceptos matemáticos. Sus títulos: Simetría, Eratóstenes, Topología, Funciones y 2n.

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Dispositivos individuales de visionado o «peep shows» mostraban a los visitantes películas de animación de dos minutos sobre conceptos matemáticos. Crédito: IBM Corporate Archive

Mathematica encantó a los espectadores.  Su éxito abrió el apetito del público por entender la ciencia y allanó el camino para la creación de exposiciones experimentales y de museos como el Exploratorium de San Francisco o el Museo de Chicago de Ciencia e Industria. Además, hizo historia convirtiéndose en la exposición para museo, patrocinada por una empresa, de más larga duración hasta la fecha. Se mantuvo abierta hasta 1998, antes de recorrer los principales museos de arte de Estados Unidos. Actualmente, la exposición original se exhibe en el New York Hall of Science y una copia se encuentra como instalación permanente en el Museo de la Ciencia de Boston.

Vídeo realizado por el  New York Hall of Science que explica los elementos que componen la exposición «Mathematica»

Tras Mathematica, los Eames siguieron diseñando exposiciones científicas para IBM, como A computer Perspetive (1971) que recorría la historia del procesador de datos y el ordenador;  Copernicus (1972) con motivo de los quinientos años del nacimiento del astrónomo (a quien los Eames también dedicaron una película);  Isaac Newton: Physics for a Moving Earth (1973), exposición itinerante sobre astronomía y física; y Movable Feasts and Changing Calendars que repasaba los usos de los calendarios desde la antigüedad hasta el presente y su vinculación con la astronomía.

Exposiciones Universales
Los Eames también participaron en otros montajes de gran impacto visual y estético que, de un modo u otro, siempre estuvieron relacionados con la ciencia. El dúo de diseñadores formó parte de La Exhibición Nacional Estadounidense (American National Exhibition) realizada en Moscú en 1959.  La muestra fue organizada por el Departamento de Estado de EE. UU. para promover el intercambio cultural entre las dos superpotencias, aunque en realidad se trataba de un escaparate propagandístico en el que mostrar “ciencia, tecnología y cultura» por turnos.

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Imagen de «Glimpses of the USA», una espectacular instalación de pantalla múltiple ideada por Charles y Ray Eames para la gran exposición de Moscú en 1959. La película se proyectó dentro de una cúpula geodésica diseñada por Busckminster Fuller. Crédito: Eames Office, LLC.

El diseño corrió a cargo del arquitecto y diseñador George Nelson de la empresa Herman Miller (representante del mobiliario Eames), quien recomendó al dúo de diseñadores para que produjeran una película que mostrara las ventajas del estilo de vida estadounidense. El resultado de esta colaboración fue una espectacular instalación de pantalla múltiple, conocida como Glimpses of the USA, situada dentro de la nueva cúpula geodésica diseñada por el visionario y genial arquitecto Buckminster Fuller.

Con esta suma de talentos, no es de extrañar que la instalación fuera calificada por la prensa mundial como una auténtica “maravilla tecnológica”. Constaba de siete pantallas de seis por nueve metros. Juntas formaban un mosaico en el que se proyectaba una película de nueve minutos compuesta por 2.200 imágenes.

La película comienza con imágenes del espacio exterior -mostrando estrellas, constelaciones, cúmulos estelares, nebulosas, etc.-, hasta que, de manera parecida a lo que luego harían en su famosa película Powers of Ten (1977), aterriza en el ciudad mientras el narrador dice: «Las mismas estrellas que brillan en Rusia brillan en los Estados Unidos. Desde el cielo, nuestras ciudades se ven muy parecidas». Seguidamente, la película pasa a mostrar los detalles de «un día normal de trabajo»  y un «día típico de fin de semana» en la vida de los habitantes de los Estados Unidos.

La proyección de los Eames fue el gran éxito de la Feria. Cerca de tres millones de personas se amontonaron en este espacio durante las seis semanas de exhibición. Hasta el propio Fuller afirmó: «nadie había hecho nada como esto antes” e instó a los anunciantes y a los directores de cine a seguir la senda experimental y efectista marcada por los Eames.

Tras esta exitosa puesta en escena, los Eames se hicieron imprescindibles en las sucesivas exposiciones culturales.  Y su sistema de narración fragmentada en pantalla multiple se convirtió en su sello distintivo. En 1962 participaron en la Feria Mundial de Seattle (The Century 21 Exposition) en la realización de una película de 14 minutos titulada The house of Science. Esta vez se trataba de una proyección sincronizada sobre seis pantallas cóncavas instaladas en el interior de una sala oval. La película servía de prólogo para el pabellón de la Ciencia donde se divulgaba conceptos relacionados con disciplinas como las matemáticas, la astronomía, la ciencia atómica y la genética.

Y en 1964 los Eames, junto con el arquitecto Eero Saarinen, se hicieron cargo del pabellón de IBM para la Feria Mundial de Nueva York (1964 New York World’s Fair). La principal atracción de la muestra fue el Ovoid Theater, un recinto elevado a 27 metros de altura con forma de huevo. En su interior se proyectaba sobre 22 pantallas de diferentes formas y tamaños el documental THINK, mezcla de animación, planos fijos e imágenes reales, narrado por un presentador en directo. El objetivo de la película era dar la bienvenida a los espectadores a la era de la informática e intentaba establecer una relación entre el procesamiento informático y asuntos corrientes como organizar una cena con invitados o predecir el tiempo.

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Charles Eames enseña una maqueta del Pabellón IBM y su principal atracción, el Ovoid Theater, a Dean R. McKay, vicepresidente de la compañía. Crédito: Eames Office, LLC.

Dos elementos de la muestra Mathematica fueron reproducidos para la exposición: el muro con el collages de anécdotas de matemáticos y la máquina de probabilidades de más de 4 metros. El estudio también produjo para la exposición tres películas de marionetas creadas por ordenador para familiarizar a los visitantes con los ordenadores y el procesamiento de datos: Computer Day at Midvale, Cast of Characters y Sherlock Holmes in the singular case of the plural green Mustache.

El pabellón fue desmantelado al concluir la exposición. Sin embargo, los Eames produjeron varias películas más como documentos para la posteridad: IBM at the Fair (1965), un vídeo-resumen sobre la feria,  y View from the people wall (1966), una versión condensada en una sola pantalla de la película THINK.

Películas científicas
Las películas fueron el hilo conductor de todos los proyectos de los Eames. Durante toda su carrera, Charles y Ray llegaron a producir más de 100 filmes. “No son sólo películas, sino intentos de comunicar una idea”, decía Charles. Su estilo, próximo al cine experimental, estaba basado en la fragmentación narrativa y en una deliberada sobrecarga informativa. Su fórmula: cortes rápidos, imágenes fijas, animación, colores vivos y la música de Elmer Berstein, el gran compositor de cine americano, autor de bandas sonoras como Los Diez Mandamientos, Matar a un ruiseñor o La Edad de la inocencia.

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Charles y Ray Eames durante el rodaje de una de sus películas . Crédito: Eames Office, LLC.

La máxima expresión Eamesiana en el medio cinematográfcio -hoy considerada como obra maestra-,  fue una película de divulgación científica: Powers of Ten. Se realizaron dos versiones, una en 1968 para la Comisión de Física Universitaria, y otra en 1977 más completa. La película  está basada en un libro de 1957 titulado Cosmic View: the Universe en Forty Jumps del holandés Kees Boeke, aunque el concepto de escala ya había sido tratado en dos películas anteriores de los Eames, A Communication Primer y 2n.

El filme explora el tamaño relativo de las cosas desde lo microscópico hasta lo cósmico. El espectador viaja desde una vista aérea de un hombre en un parque de Chicago a los límites exteriores del universo directamente sobre él. La imagen se aleja cada diez segundos a una distancia diez veces mayor hasta alcanzar la cifra de 10 elevado a la 25ª potencia. Luego, la imagen empieza a descender en sentido contrario hasta adentrase en el mundo microscópico que figura en la mano del hombre, alcanzando la cifra de 10 elevado a la menos 16ª potencia.

La versión completa, de nueve minutos, fue realizada en colaboración con el profesor de física del MIT Philip Morrison, que hace de narrador en la película, y un grupo de asesores en astrofísica, biología, genética y física de partículas. El proceso de realización fue toda una hazaña para la época. Tardaron más de un año en reunir todo el material y para ordenarlo tuvieron que construir un banco de animación de 12 metros de largo.

La película se distribuyó en escuelas y fue vista por varias generaciones de niños. En 1982 se convirtió en un libro, Powers of Ten: A Book About the Relative Size of Things in the Universe and the Effect of Adding Another Zero, escrito por Philip Morrison, Phylis Morrison y la Oficina Eames. La película, dado su valor histórico y estético, fue incluida en 1998 para su preservación en el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de EE.UU.

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Charles y Ray Eames posando dentro de las patas metálicas de sus sillas Dining Chairs Metal (DCM) sobre la acera frente a su estudio, en 1947. Crédito: Eames Office, LLC.

La realización de la película concluyó un año antes de la muerte de Charles y constituyó su último gran logro personal y como pareja. Tras su fallecimiento, Ray cerró las puertas de su estudio y se dedicó a catalogar y escribir sobre el legado de su marido. Ella murió en 1988, exactamente, diez años después que él. El día antes de su muerte ella le dijo a un amigo: “sé que día es mañana”.

Interesante e inspiradora charla TED realizada por Eames Demetrios, nieto del dúo de diseñadores, sobre las claves del proceso creativo de los Eames.

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Universo Kubrick

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Universe (1960) de Roman Kroitor y Colin Low, National Film Board of Canada. Un excelente documental que inspiró a Stanley Kubrick en el diseño de efectos especiales de 2001: una odisea del espacio.

Los grandes creadores saben sacar partido de su propio talento e inspiración. Pero, a menudo, también necesitan fijarse en la obra de otros. El dominio público es siempre una fuente rica de creatividad. Una prueba de que sin el préstamo y la adaptación muchas grandes obras maestras que hoy admiramos no hubieran podido existir es la película 2001: una odisea del espacio (1968) del enigmático director de cine Stanley Kubrick.

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Kubrick durante el rodaje de 2001: una odisea del espacio. Esta imagen pertenece a una serie de 20 fotografías realizadas por la revista LIFE en el set de la película. Crédito: Dmitri Kessel-Time & Life Pictures / Getty Image

A estas alturas no hay nada que podamos descubrir de este excelente cineasta, pero resulta interesante comprobar cómo su preocupación por la minuciosidad y el detalle le llevó a investigar cada uno de los temas que trataba en sus películas con una precisión casi científica. Tal y como se descubrió tras su muerte (y se muestra en el documental Stanley Kubrick’s Boxes), llegó a recopilar habitaciones enteras de documentación que archivaba en cajas que el mismo diseñaba, ya que las que había en el mercado no le parecían adecuadas. Por supuesto, la preparación de 2001: una odisea del espacio no estuvo exenta de una obsesiva búsqueda de inspiración y preocupación por el detalle.

Sorprende, sin embargo, los motivos por los que Kubrick quiso hacer una película sobre la exploración espacial aún sin tener un interés particular por la ciencia. De hecho, sentía una especial desconfianza hacia los progresos tecnológicos; cosa que no es de extrañar dado su carácter hipocondríaco. Kubrick dudaba acerca de la capacidad del género humano para sobrevivir a su propia capacidad de inventar armas de destrucción en masa. No obstante, llegó a la conclusión de que la conquista del espacio, tal vez, era la única cosa que la raza humana podía hacer para evitar su desaparición. Esta idea y un informe sobre la posibilidad de vida en otros planetas, que leyó durante su investigación para su anterior película ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, hicieron que Kubrick se decidiera a realizar una película de ciencia ficción que tratara sobre el destino del hombre, su papel en el Cosmos y su relación con una posible forma de vida superior.

Consejo de expertos

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Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke (en el centro) custodiado por un grupo de asesores, entre ellos, el ingeniero Fred Ordway III de la NASA (de blanco). Crédito: Kubrick Family Estate

Para 2001: una odisea del espacio Kubrick se entrevistó con distinguidos astrónomos, expertos en vida extraterrestre y viajes espaciales, médicos, teólogos, biólogos, químicos… Muchas de estas entrevistas se grabaron para incluirlas en la película en forma de introducción, ya que la intención inicial de Kubrick era hacer lo que él calificó como un “documental mitológico”, aunque finalmente desechó esta idea. También visitó las instalaciones de la NASA y otras empresas implicadas en la carrera espacial a fin de descubrir cómo eran y cómo funcionaban. Kubrick contrató como asesores a dos técnicos del Centro Marshall de la NASA: el ingeniero Fred Ordway y el diseñador Harry Lange, quienes formaban parte del equipo de Wernher von Braun, promotor del proyecto de exploración espacial americano

El famoso divulgador Carl Sagan convenció a Kubrick de que no mostrara alienígenas con forma humanoide. Cuando vio la película en su estreno, se alegró de haber puesto su granito de arena.

El famoso divulgador Carl Sagan pudo ser el germen del famoso monolito de 2001: una odisea del espacio ya que convenció a Kubrick de que no mostrara en la película alienígenas con forma humanoide. Cuando vio la película en su estreno, se alegró de haber contribuido a que el cineasta hubiera apostado por una representación más abstracta de la inteligencia extraterrestre. Crédito:  NASA/JPL

Incluso, llegó a tener un transcendental encuentro con el conocido astrónomo y divulgador Carl Sagan a quien pidió opinión sobre cómo representar una posible inteligencia extraterrestre. Kubrick quería usar actores para retratar alienígenas humanoides ya que era mucho más barato. Sin  embargo, Sagan lo convenció de que no lo hiciera. Así lo contaba él en uno de sus libros:

“Alegué que era tan grande el número de improbables acontecimientos individuales en la historia de la evolución del hombre, que tampoco era probable existiesen en el Universo seres parecidos a nosotros. Sugerí entonces que cualquier representación explícita de un ser extraterrestre avanzado, sin duda alguna mostraría, al menos, un elemento de falsedad y que la mejor solución sería sugerir a los seres extraterrestres en lugar de retratarlos sui generis.”  (La Conexión Cósmica, 1973)

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Muchos críticos de arte han visto similitudes entre el monolito de 2001: una odisea del espacio y las pinturas del artista francés Georges Yatrides quien utiliza este símbolo en muchas de sus obras como representación de un conocimiento superior. Sus obras empezaron a exhibirse en los años 50 y 60, coincidiendo con el periodo de producción de la película, por lo que es muy probable que Kubrick y Clarke pudieran inspirarse en ellas. Two Figures on the Beach, 1963. Colección privada.

A pesar de que Kubrick no dejó escapar ni un solo aspecto técnico que pudiera ofrecer una imagen poco plausible sobre el futuro, se enfrentaba a un gran reto: cómo mostrar visualmente y de forma realista cosas que nunca antes se habían visto.  Cabe tener en cuenta que cuando Kubrick empezó a idear 2001: una odisea del espacio la carrera espacial acaba de empezar, por lo que no existían apenas referencias sobre cómo se veían las cosas desde el espacio. De hecho, las sucesivas noticias e innovaciones que se iban sucediendo durante la exploración espacial (como los paseos espaciales, las fotografías de planetas tomadas por las sondas, etc.) llegaron a ser un suplicio para el equipo de producción ya que tenía que rectificar constantemente sus diseños.

El viaje del héroe

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Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke durante la escritura del guión de 2001: una odisea del espacio en el apartamento del director en Central Park. Crédito: Colección Kubrick Family Estate

Para buscar inspiración Kubrick visionó un gran número de películas de ciencia ficción, como Metropolis (1926), La vida Futura (1936) o Planeta Prohibido (1956), así como algunas títulos japoneses ambientados en el espacio del género Kaiju Eiga. También leyó multitud de novelas y relatos de los mejores escritores de género fantástico, como Isaac Asimov, Ray Bradbury, Robert A. Heinlein y, por supuesto, Arthur C. Clarke, quien finalmente fue contratado para escribir el guión de la película. El cineasta se interesó por él tras leer su novela El fin de la Infancia de la que la 2001: una odisea del espacio tomaría prestado algunas de sus ideas centrales, aunque la inspiración más directa vino de otro relato de Clarke llamado El Centinela.

El primer borrador del guión se llamó “Cómo se conquistó el Sistema Solar” y más tarde, “Viaje más allá de las estrellas”, hasta que en 1965 pasó a ser 2001: una odisea del espacio. Es probable que Kubrick y Clarke se basaran en el poema épico griego La Odisea de Homero. Según el director,

“una Odisea espacial es casi lo mejor que se nos ha ocurrido – comparable en algunos aspectos a La Odisea homérica. Nos percatamos de que para los griegos las vastas extensiones de mar tenían el mismo tipo de misterio y lejanía que el espacio tiene para nuestra generación, y las alejadas islas visitadas por los maravillosos personajes de Homero eran no menos remotas para ellos que para nosotros lo son los planetas que nuestros astronautas pronto explorarán. También comparte con La Odisea un interés por la reflexión, la exploración y la aventura.” («Beyond the Stars,» Jeremy Bernstein, The New Yorker Magazine, 1965)

También hay quien ha visto otras similitudes argumentales como, por ejemplo, entre HAL 9000 y el cíclope Polifemo, o el apellido del protagonista del filme, Bowman (‘arquero’ en inglés), y la pericia de Odiseo (Ulises) con el arco. Sea como sea, 2001 es una narración épica y, como tal, es lógico que se inspirara en una de los relatos más influyentes de la cultura occidental. Como también puede considerarse épico el proceso de escritura del guión: Kubrick y Clarke llegaron a estimar que habían dedicado más de 2.400 horas para una película de dos horas y veinte minutos y donde hay poco menos de 40 minutos de diálogo. Así lo justificó Kubrick:

“No es un mensaje que yo haya tratado de convertir en palabras. 2001 es una experiencia no verbal (…) Traté de crear una experiencia visual que trascendiera las limitaciones del lenguaje y penetrara directamente en el subconsciente con su carga emotiva y filosófica. Como diría McLuhan, en 2001 el mensaje es el medio” (Playboy Interview, 1968)

Futuro simple

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Maquetas utilizadas en el documental Universe. El método artesanal empleado en la elaboración de los efectos especiales y el realismo y la precisión alcanzados hicieron que Kubrick contratara a su equipo de producción para 2001: una odisea del espacio. Crédito: NFB

Pero Kubrick seguía sin tener claro el diseño visual de la película. La iluminación le llegó tras visionar un modesto documental canadiense en blanco y negro de apenas 30 minutos de duración titulado Universe (en la versión en francés, Notre Univers). Realizado por el National Film Board de Canadá en 1960, la película explica los últimos avances en cosmología de la época. Este excelente y enigmático documental (cuya atmósfera recuerda a los episodios de la mítica serie La Dimensión Desconocida) no sólo inspiró a Kubrick, sino que se convirtió en visión obligada por los técnicos de la NASA, que ordenó más de 300 copias de la película, durante los preparativos de la misión tripulada a la Luna. También recibió una veintena de premios importantes, incluyendo un premio BAFTA a la Mejor Película de Animación, el Premio del Jurado a la Animación en el Festival de Cannes y la nominación a los Óscar al Mejor Cortometraje Documental.

Lo que más llamó la atención al cineasta Stanley Kubrick de esta película, hasta el punto de contratar a su equipo de producción, fue el modo ingenioso en que, sin un gran presupuesto, consigue mostrar de forma realista aspectos astronómicos de difícil visualización, como el nacimiento de una nebulosa o los procesos de formación de estrellas a partir del gas y el polvo cósmico. De hecho, para la realización de estas imágenes, su técnico de efectos especiales, Wally Gentleman, tan sólo necesitó derramar unas gotas de tinta sobre un pequeño recipiente metálico con aceite de coco. Al parecer, la inspiración le llegó cuando, al diluir un poco de crema de leche en su café, se percató en cómo un rayo de Sol proyectaba en el techo una galáctica espiral en rotación. El mismo procedimiento, pero en color y sobre negativo de 65 mm, se utilizó más tarde en 2001: una odisea del espacio para crear las explosiones de estrellas y las nubes de gas y polvo interestelar que el protagonista ve durante su ‘viaje’ a través de la Puerta Estelar.

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Universe no sólo fascinó a Kubrick por su original diseño, sino que también llamó su atención la voz de su narrador Douglas Rain a quien contrató para dar vida a la misteriosa computadora HAL 9000. Crédito: Warner Bros. / MGM

Cabe destacar que la idea y el diseño de producción de Universe estuvo marcado, a su vez, por un encuentro que uno de los directores del filme, Colin Low, tuvo en París con Berthold Bartosch, un vanguardista artista checo pionero del cine de animación que, según le explicó, tenía previsto realizar una película sobre el Cosmos. Como a Kubrick con Universe, también a Low le sorprendió la sencillez y el ingenio de las técnicas que Berthold había previsto usar, especialmente las relacionadas con los tiempos de exposición y la profundidad de campo; ideas que luego ‘tomaría prestado’ para su documental.

Obra de artesanía 

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Maqueta de la nave espacial Discovery One. Para mantener la ilusión de una única fuente brillante de luz, tal y como ocurre en el espacio con el Sol, el equipo técnico tuvo que renunciar a una mayor iluminación. Esta limitación obligó a grabar a velocidades extremadamente lentas y, por lo tanto, a largas sesiones de rodaje con turnos de 24 horas. Crédito: Warner Bros. / MGM

Sin duda, las sutiles y misteriosas imágenes de Universe convencieron a Kubrick de que la sencillez era el mejor aliado para conseguir el grado de realismo que quería para su película. Esto hizo que el cineasta decidiera finalmente que los efectos especiales de 2001: una odisea del espacio estuvieran basados en métodos tradicionales. Esta solución, lejos de simplificar las cosas, complicó extremadamente la producción del filme y obligó a los responsables del equipo técnico a ingeniárselas, incluso renunciando muchas veces a procedimientos más eficaces.  Por ejemplo, para las naves espaciales, en lugar de rodar las maquetas sobre un fondo azul y añadir el resto a partir de otro negativo, como se hace habitualmente en este tipo de producciones, se optó por utilizar complicadas técnicas de rotoscopia, similares a las que se usan en animación, que exigían pintar manualmente miles de hojas de acetato.

Se rodaba con media docena de cámaras simultáneamente y, a veces, en turnos de 24 horas. Además, para conseguir la nitidez y la profundidad de campo necesaria para que las maquetas estuvieran totalmente enfocadas y así no parecer miniaturas, se grababa con aperturas tan pequeñas que obligaban a exposiciones de hasta cuatro segundos por imagen. Algunos planos requerían tanto tiempo de grabación que, tal y como expresó Kubrick, «era como ver la aguja de las horas de un reloj».

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Maqueta de la Space Station 5 abandonada en algún lugar de la campiña inglesa en 1974. Al terminar la película Kubrick mandó destruir todos los modelos construidos para que no pudieran ser utilizados en otras producciones. Poco después de haber obtenido esta imagen, la maqueta fue destrozada por vándalos. Crédito: Trevor Parsons / The Kubrick FAQ

Resulta paradójico que una película como 2001: una odisea del espacio, construida mediante métodos artesanales más propios del cine mudo que de la moderna industria cinematográfica, esté considerada como una de las películas técnicamente más complejas de la historia del cine. Estas palabras de Kubrick dan una idea de la dificultad del proyecto:

«Nos dimos cuenta de que había 205 escenas con efectos especiales y que cada uno de ellas requeriría un promedio de 10 pasos principales para completarlas. Defino como » paso principal » aquel en el que una escena requiere de otro técnico o departamento. (…) 10 pasos para 200 escenas equivale a 2.000 pasos. Pero si piensas que la mayoría de estos pasos había que repetirlos más de ocho o nueve veces para asegurarse de que eran perfectos, el total real era de más de 16.000 pasos por separado.  Esto significaba un increíble número de diagramas, organigramas y otros datos para mantener todo organizado y ser capaz de recuperar la información que alguien podía necesitar sobre algo que otro había hecho siete meses antes. En un un momento dado teníamos que ser capaces de saber en qué etapa se encontraba cada escena . Y el  sistema funcionó”.

Orden e ingenio

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La revista Popular Science publicó en su número de Junio de 1968 un detallado reportaje sobre los efectos especiales de la película titulado «How they filmed 2001: A Space Odyssey» que incluía dibujos del ilustrador oficial Bob McCall.

No es de extrañar que el tiempo de producción de la película se alargara cuatro años. En los estudios de la MGM en Borehamwood (Inglaterra) se creó una sala de control para coordinar todo el trabajo. Bocetos, storyboards, informes de progreso, hojas de notas, fotografías y cualquier sistema imaginable de archivo y de gestión de información se utilizaron para realizar el seguimiento de todos los avances que se iban produciendo en la grabación. Se decía que durante el rodaje se respiraba en los estudios una atmósfera más frenética que en las instalaciones de Cabo Kennedy durante un lanzamiento espacial.

Para 2001: una odisea del espacio también se desarrollaron innovaciones tecnológicas como: un revolucionario diseño de cámara llamado Slit-scan con la que realizaron la psicodélica secuencia de la «Puerta Estelar»; la utilización de un complicado sistema de proyección frontal mediante pantallas polarizadas para las secuencias de los simios; o, quizás, la más espectacular de todas, la construcción de una centrifugadora gigante de doce metros de diámetro y dos de ancho para representar el compartimento principal de la nave Discovery y su sistema de gravedad artificial.

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El impresionante set de rodaje de la centrifugadora. El tambor podía rotar 360 grados a 5 kilómetros por hora y estaba rodeado de compuertas móviles para las cámaras, que tuvieron que ser modificadas para poder funcionar como un sistema de circuito cerrado e, incluso, operar cuando estaban boca abajo. Fuente: Bizony, Piers (2001). 2001 Filming the Future. London: Sidgwick and Jackson

Sin embargo, algunos de estos derroches tecnológicos se complementaron con altas dosis de ingenio. Por ejemplo, para que no se vieran los cables que soportaban a los actores o a los planetas se grabaron verticalmente desde abajo de forma que el propio cuerpo de los astronautas o la maqueta ocultaba las sujeciones. También algunos fondos del cielo estrellado se consiguieron salpicando pintura blanca mediante cepillos de dientes. Incluso se modificó tres amplios frigoríficos para hacer los ataúdes criogénicos de los astronautas. Y no deja de ser llamativo que se decidiera que la misión del Discovery fuera a Júpiter en lugar de Saturno porque el equipo técnico no sabía cómo hacer los anillos.

Puzle de piezas

Universe no fue la única película que inspiró a KubricK. También le causó una gran impresión otro documental que vio durante su visita junto con Clarke a la Feria Mundial de Nuevo York de 1964, un grandioso escaparate de la cultura y la tecnología americana en el que la carrera espacial ocupaba un lugar destacado.

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Cartel de la película To the Moon and Beyond producida por la NASA y proyectada en la Feria Mundial de Nuevo York de 1964, exposición que Kubrick y Clarke visitaron en busca de inspiración para 2001: una odisea del espacio. Crédito: nywf64.com

La película, titulada To the Moon and Beyond, estaba producida por la NASA y se proyectó en un formato experimental llamado Cinerama 360 en el interior de la gigantesca cúpula del Pabellón T&T, conocida durante la feria como “Moon Dome” por estar su exterior cubierto con una reproducción en relieve de la superficie lunar. Se encargó de su realización la empresa Graphic Films en la que trabajaba un joven aprendiz llamado Douglas Trumbull a quien, por supuesto, Kubrick reclutó para formar parte del grupo de producción de efectos especiales de 2001: una odisea del espacio. No tuvo mal ojo, pues Trumbull no sólo fue el artífice de la increíble secuencia de la «Puerta Estelar», sino que más tarde se convertiría en uno de los más grandes expertos de efectos especiales de la historia del cine, siendo el responsable de películas como Encuentros en la tercera fase, Blade Runner o, recientemente, El árbol de la vida.

Secuencia de la Puerta Estelar realizada por el técnico de efectos especiales Douglas Trumbull mediante una cámara Slit-Scan modificada. A través de este complejo aparato, Trumbull convirtió una serie de imágenes de distintas procedencias, desde pinturas pop-art hasta diagramas electrónicos o láminas de arquitectura, en los espectaculares e hipnóticos dibujos de luces. Esta secuencia contribuyó al éxito de la película ya que las salas se llenaron de espectadores dispuestos a ‘colocarse’ con ayuda de alguna que otra sustancia alucinógena.


2001: una odisea del espacio
 se estrenó en 1968, el mismo año que el Apolo 8 realizó el primer vuelo orbital tripulado a la Luna. La película ganó sólo el premio a los mejores efectos especiales en los Óscar de ese año. En la nominación no aparecía el nombre de ninguno de sus cuatro supervisores. Sí, en cambio, el de Kubrick que ocupaba en los créditos el cargo de director y diseñador de efectos especiales. Aunque el cineasta no estuvo presente en la ceremonia, el premio no sentó del todo bien a algunos miembros del equipo técnico de la película.  Sin embargo, ninguno de ellos olvidaría nunca el privilegio de haber podido trabajar en un proyecto tan experimental y a las órdenes de uno de los mejores cineastas de la historia. Al fin y al cabo, era la mirada de Kubrick la que convirtió 2001: una odisea del espacio en una obra tan inmortal como su oscuro monolito.

Pero, más allá de la extraordinaria visión cinematográfica de Kubrick, de la experiencia de 2001: una odisea del espacio pueden desprenderse varias conclusiones. Por un lado, que la producción creativa es proporcional al acceso a la cultura. Por lo tanto, ya sea en el arte o en la ciencia, es necesario garantizar que cualquiera pueda inspirarse en la obra de otros. A menos que aprendamos a compartir nuestras ideas con los demás, nos quedaremos estancados en una cultura inmovilista y un mundo de problemas sin solución. Y por otro, que un grupo no es sólo una colección de talentos individuales, sino una oportunidad para que estos ingenios se superen y creen algo más grande de lo que nadie hubiera imaginado. 2001: una odisea del espacio es un magnífico ejemplo de que cuando se consigue reunir una combinación acertada de ideas y cuando las personas colaboran de una manera adecuada, el resultado sólo puede ser mágico.

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La elipsis más larga de la historia del cine: 4 millones de años de evolución tecnológica, desde las primeras herramientas de hueso hasta las naves espaciales. Aunque hay quien sostiene que Kubrick tomó prestada la idea del documental de Frank Capra Rendezvous in Space (1964), es, sin duda, una de las imágenes más emblemáticas del séptimo arte.

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Frank Capra: ¡Qué bella es la ciencia!

Muchos recordarán a Frank Capra por ser el director de películas tan emotivas e inolvidables como la navideña ¡Qué bello es vivir! (1946). Sin embargo, pocos conocen que este famoso cineasta estadounidense de origen italiano fue también un excelente divulgador científico que dedicó los últimos años de su vida a explicar ciencia básica a través del, por aquel entonces, nuevo medio televisivo y utilizando los recursos expresivos de los dibujos animados.

Imagen de Frank Capra en la campaña publicitaria de Apple Computer “Think Different” de 1998

Capra tuvo un interés permanente por la ciencia. Antes de empezar su carrera en el mundo del cine, se licenció en ingeniería química en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), entonces conocido como Throop University, con el que nunca llegaría a perder el contacto. De hecho, Capra se consideraba a sí mismo un científico frustrado y cuando uno de sus biógrafos le preguntó sobre dónde hubiera acabado si no hubiera sido director de cine, respondió:

«Con [el Dr. Edwin] Hubble. Como un astrónomo. Podría estudiar las estrellas y los planetas para siempre. Siempre he querido saber por qué, por qué… Las películas cambiaron mi mentalidad. Me metí demasiado en el negocio del cine. Pero cuando recientemente he vuelto a Caltech y escucho sobre cosas que no conozco, como los agujeros negros… ¡Maldita sea! ¡Me vuelvo loco! ¡Cómo demonios he renunciado a lo que desconozco!… Pero parece que las imágenes en movimiento tienen un terrible dominio sobre mí. No sé lo que es…».
De Frank Capra: The Catastrophe of Success, Joseph McBride

La fascinación de Capra por la ciencia era tal que llegó a incluir conceptos científicos en algunas de sus películas, obligando a sus guionistas a readaptar las escenas. Como es el caso Vive como quieras (1938) en el que su protagonista, James Stewart, suelta un alegato a favor del uso de la energía solar en una de las secuencias románticas del film.

“Recuerdo que en la Universidad otro hombre y yo teníamos una idea; queríamos saber lo que hacía crecer la hierba verde, porque hay un motor diminuto en el verde de la hierba y en el verde de los árboles que tiene el misterioso don de poder coger la energía de los rayos del Sol y almacenarla. Bueno, nosotros pensábamos que si eramos capaces de encontrar el secreto de todos esos millones de pequeños mecanismos en esta materia verde, podríamos hacerlos más grandes, y entonces podríamos obtener todo el poder que necesitáramos para siempre tan sólo de los rayos del Sol.”

Fotograma de la película ‘¡Qué bello es vivir!’ dirigida por Frank Capra en 1946

A mediados de la década de 1950, Capra decidió retirarse del cine de Hollywood tras el fracaso en taquilla de varios de sus films, en especial, de la conocida ¡Qué bello es vivir!, hoy película de culto. Sin embargo, quiso recuperar su vinculación con la universidad de Caltech con la intención de producir una serie de películas educativas sobre ciencia para televisión. Como resultado, Capra no sólo produjo, sino que dirigió y escribió cuatro especiales para la CBS que fueron patrocinados por la American Telephone and Telegraph Company (AT & T) y los Laboratorios Bell.

Rodaje de la película ‘Caballero sin espada’ dirigida por Frank Capra (sentado en el suelo) en 1939

Our Mr. Sun (1956), Hemo the Magnificent (1957), The Strange Case of the Cosmic Rays (1957) y Unchained Goddess (1958) son los títulos de las cuatro películas realizadas por Capra . Cada una de ellas trata sobre un tema concreto: el Sol, el sistema circulatorio humano, la radiactividad y el cambio climático (sí, han leído bien). En su conjunto forman parte de una serie de nueve episodios en la que se combinan imágenes científicas, actores en vivo y animación para transmitir conceptos científicos. En la serie participaron, además de Capra, otros directores, entre ellos, Walt Disney, que fue el anfitrión de la última película de la llamada Bell Laboratory Science Series. (Ver enlaces a las películas y comentarios al final del artículo)

Ciencia animada

Frank Capra fue portada de la revista ‘Time’ en 1938

En un momento en el que el número de televisores en blanco y negro aún era muy elevado, Capra apostó por el uso de los dibujos animados mezclados con imagen real en Technicolor. Capra ya era un gran amante de los dibujos animados incluso antes de producir estas películas. De hecho, a principios de los años 30, fue el responsable de asegurar un contrato de distribución de Disney con Columbia. Consciente de la eficacia de esta potente herramienta pedagógica, Capra convirtió la animación en la pieza clave de su propuesta y reunió a cuatro de las mejores empresas de dibujos animados del momento para trabajar en el proyecto: UPA, Disney, Shamus Culhane Productions y Warner Bros.

Se distribuyeron gratuitamente copias en 16mm de las películas en muchas escuelas de los Estados Unidos donde eran utilizadas regularmente en las aulas. De esta manera, la serie se convirtió en un éxito rotundo y un referente generacional para aquellos estudiantes que crecieron y se formaron con ellas. (Como ejemplo, basta echar un vistazo al cortometraje en animación tradicional de Pixar “Your Friend the Rat”  que utiliza el formato de película educativa, probablemente, inspirado en la serie de los Laboratorios Bell).

La serie guarda cierto parecido con los episodios de «Tomorrowland» del programa de televisión Disneyland que dirigió el legendario animador Ward Kimball (cuyas películas ya hemos tratado en este blog).

El presentador de la serie de los Laboratorios Bell, Frank C. Baxter, se hizo tan popular que tiene una estrella en el paseo de la fama de Hollywood

Sin embargo, el diseño de la Bell Laboratory Science Series es, tal vez, más simple y orientado a la didáctica. En siete de las ocho películas que componen la serie, la estrella principal es el Dr. Frank C. Baxter, un afable profesor de literatura que hace de narrador y conductor. Aunque no era científico, Baxter se convirtió en un icono de la ciencia, algo así como un Eduard Punset, para la generación del baby boom americano de después de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, tiene su propia estrella en el paseo de la fama de Hollywood.

Un final de Ciencia Ficción

La última película de la filmografía de Capra fue Rendezvous in Space, un documental futurista encargado por la empresa Martin Marietta Corporation. El film se mostró en la Feria Mundial de Nueva York de 1964, inspiradora de lo que más tarde Walt Disney convirtió en su famoso parque de atracciones.

Vista general de la Feria Mundial de Nueva York de 1964 con su símbolo la Unisphere en el centro

La exposición estuvo dedicada a la carrera espacial, a pesar de su lema «paz mediante el entendimiento», y tuvo su símbolo en la Unisphere, un globo terráqueo gigante de acero que algunos recordarán haber visto en películas como Men in Black.

El documental de Capra muestra los planes del programa espacial americano de la época, principalmente, los relacionados con el diseño de transbordadores espaciales tripulados y con la construcción de una estación espacial orbitando la Tierra. Hay historiadores que sostiene que éste documental sirvió de inspiración a Stanley Kubrick para 2001: Odisea del espacio, quien tomó prestado algunas ideas del film de Capra, como la elipsis de un sombrero que se convierte en un cohete espacial y que Kubrick utilizaría supuestamente para la escena del hueso arrojado por un simio que da paso a una estación espacial, así como el uso de composiciones musicales clásicas como banda sonora. Después de la Feria, el film se siguió exhibiendo en el salón de la ciencia de la ciudad.


Portada de la novela ‘Marooned’ de Martin Caidin en su edición de 1964

A mediados de 1960, Capra quiso dirigir una película de ciencia ficción y, durante sus últimos años, trabajó en la pre-producción de una adaptación de la novela Marooned de Martin Caidin, autor también de la famosa Cyborg que inspiró la serie The Six Million Dollar Man y The Bionic Woman. El libro trata de una misión espacial tripulada que queda atrapada en la órbita de la Tierra y espera, mientras el oxígeno se acaba, que una nave experimental la rescate.

Sin embargo, las limitaciones presupuestarias hicieron que, finalmente, Capra abandonara el proyecto. La película fue definitivamente dirigida por John Sturges y se estrenó en 1969, cuatro meses después de la misión Apolo 11, por lo que muchos detalles del libro original se adaptaron en el film para reflejar los avances en el programa espacial americano.

Poster del film ‘Marooned’ dirigida por John Sturges en 1969

También la novela fue reescrita siguiendo el planteamiento de la película donde son tres los astronautas (y no uno) a bordo de una nave espacial Apolo (en lugar de una Mercury) quienes esperan el rescate por parte de un cohete Titán III-C (en sustitución de la experimental Gemini) y una nave Soyuz 11 (en vez de una Vostok), curiosamente, misión que más tarde, en 1971, terminó en tragedia cuando regresaba de la primera estación espacial tripulada Salyut 1.

La serie de los Laboratorios Bell

Estas son las películas que componen la Bell Laboratory Science Series:

1. Our Mr. Sun (1956)

Esta película educativa es un excelente repaso  sobre lo que en aquella época se sabía de la estructura y el funcionamiento del Sol, así como sobre su influencia sobre la vida en la Tierra. Escrita y dirigida por Capra, está  protagonizada por Frank C. Baxter, que hace de investigador, y el conocido actor Eddie Albert, que interpreta a un escritor de ficción. Se encargó de la animación el magistral estudio UPA Pictures, fundado por un modernista grupo de animadores de Disney que estaban cansados del estilo realista de la factoría y de la moda de los ‘animales parlanchines’.

Pusieron las voces a los personajes animados: Sterling Holloway, como Chloro Phyll, conocido por ser la voz de Winnie the Pooh o el gato Cheshire en Alicia en el país de las maravillas; el veterano actor Lionel Barrymore, que interpreta en el film el papel del Padre Tiempo, y que muchos recordarán por ser el villano de la película de Kapra ¡Qué bello es vivir!; y Marvin Miller, el Sol del film, conocido por ser la voz del robot Robby en la película Forbidden Plantet o el narrador del Show de la Pantera Rosa, entre otros personajes.

A pesar de las estupendas explicaciones del film y su afán didáctico, no deja de sorprender las constantes referencias religiosas en su narración, reflejo del contexto y circunstancias de su tiempo. La película gano un premio Emmy a la mejor edición de película para televisión. Our Mr. Sun supuso el debut de la serie y fue emitida en la CBS en 1956 en horario de prime time, lo que deja entrever que el propósito de los Laboratorios Bell no era el público infantil, sino el adulto. Su emisión llegó a nueve millones de hogares y se distribuyeron 600 copias de 16 mm en escuelas y otras instalaciones educativas.

2. Hemo The Magnificent  (1957)

La película explica el funcionamiento del sistema circulatorio. Junto con Our Mr. Sun, es una de las películas más populares de la serie y muchas escuelas continuaron proyectándola en sus aulas hasta los años 80. Como en la anterior película, contrasta en el film las didácticas explicaciones sobre la evolución y el surgimiento de la vida desde los océanos, con las empalagosas referencias religiosas.

Fue escrita y dirigida por Frank Capra, y protagonizada nuevamente por el tándem Frank C. Baxter, como investigador, y el actor Richard Carlson, como escritor. La animación fue realizada por la Shamus Culhane Producctions, una empresa fundada por un animador emigrado de la factoría Disney (donde fue responsable de la mítica secuencia de la canción «Heigh-Ho»  de Blancanieves y los siete enanitos), y amante del estilo experimental de la vanguardia rusa, como plasmó en la fabulosa película del Pájaro Loco, El barbero de Sevilla.

Poniendo las voces de los personajes animados, destaca la interpretación, como ardilla, de Mel Blanc, también conocido como “el hombre de las mil voces” por interpretar a multitud de personajes como Bugs Bunny, el Pato Lucas, Pablo Mármol de los Picapiedras o el robot Twiki de Buck Rogers, entre otros. El personaje protagonista, Hemo, lo interpretó Marvin Miller, la voz del Sol en Our Mr. Sun.

3. The Strange Case of the Cosmic Rays (1957)

Esta película trata de explicar qué son y cómo funcionan los rayos cósmicos, partículas muy energéticas procedentes del espacio exterior que chocan con nuestra atmósfera, cargándola eléctricamente, y cuyo origen sigue siendo un misterio. El film fue escrito y dirigido por Frank Capra, y protagonizado por Frank C. Baxter y el actor Richard Carlson, conocido por sus trabajos en películas de terror y ciencia ficción, entre ellas, el clásico It Came from Outer Space (1953). Como en el caso de Hemo de Magnificent, la animación fue encargada al vanguardista estudio Shamus Culhane Producctions.

En este extracto de la película se muestra, como si fuera un western, cómo los científicos llegaron a deducir la existencia de la radiación cósmica cuando estudiaban los fenómenos de ionización, es decir, el proceso por el cual el átomo adquiere carga eléctrica, por medio de un instrumento llamado electroscopio (representado en la animación como un banco de electrones). Las investigaciones mostraron que algo arrancaba electrones de sus átomos aún estando en recipientes cerrados e incluso aislados de los rayos ultravioleta (encarnados en el film como una mujer fatal de sinuosas curvas), los rayos gamma (un mágico ladrón que atraviesa paredes) y la radiación de materiales radiactivos (un grupo de forajidos armados con los números de los isótopos del uranio impresos en sus ropas). El efecto fue atribuido a una radiación extremadamente penetrante que fue llamada «radiación ionizante» y cuyo origen se vinculó inicialmente a la radiactividad terrestre hasta que, a mediados de la década de 1920, se utilizó la expresión “rayos cósmicos” para señalar que la radiación procedía de fuera de la Tierra.

4. Meteora: Unchained Goddess (1958)

Fue la cuarta película y la última de la serie producida por Frank Capra, quien co-escribió el guión y, a diferencia de las otras tres de películas, cedió la dirección al actor Richard Carlson, que también aparece en la película junto con Frank C. Baxter, cada uno en sus respectivos papeles de escritor e investigador.  Lo sorprendente de este film de 1958 es que se adelantó casi 50 años al panfletario documental de Al Gore Una verdad incómoda (2006) al tratar, de manera sospechosamente parecida, el tema de los posibles efectos adversos de un calentamiento global. Con este enfoque, el film explica diferentes aspectos relacionados con el clima, como el viento, las nubes o la lluvia, a través de una dramática fotografía que contrasta con una humorística animación, nuevamente, de la experimental Shamus Culhane Productions.

La idea de un calentamiento global ya era conocida en aquel momento, especialmente, por la publicación un año antes del film de un documento, firmado por el oceanógrafo  Roger Revelle, en el que sugería que un exceso de emisiones de dióxido de carbono haría que los océanos de la Tierra absorbieran este gas a un ritmo mucho más lento de lo previsto por los geólogos, provocando un «efecto invernadero». Con base en ese conocimiento, Capra imaginó, a través del cine, lo que podría esperarse de tal situación. Así empieza el film:

Dr. Frank C. Baxter: «Una cuestión sumamente peligrosa. Porque con nuestros conocimientos no tenemos idea de lo que podría suceder. Incluso ahora, el hombre puede sin querer cambiar el clima del mundo a través de los residuos de su civilización. Debido a nuestras emisiones, a través de las fábricas y los automóviles, de más de seis millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, que ayuda al aire a absorber el calor del Sol, la atmósfera parece estar calentándose».

Richard Carlson: » ¿Es esto malo?»

Dr. Frank C. Baxter: «Bueno, se ha calculado que un aumento de unos pocos grados en la temperatura de la Tierra derretiría los casquetes polares. Y si esto sucede, un mar interior ocuparía una buena parte del valle del Mississippi. Los turistas, en barcos con fondo de cristal, verían las torres inundadas de Miami a través de 150 pies de agua tropical. Con el clima, no estamos tratando sólo con fuerzas de una variedad mucho mayor que cualquiera de las que los físicos atómicos hayan encontrado, sino también con la vida misma. «

Tras el cuarteto de Capra, completaron la serie otros cuatro títulos igualmente extraordinarios:

5. Gateways to the Mind (1958), trata sobre los sentidos.  Especialmente interesante son las imágenes que muestran lo que podría suceder como resultado de la privación sensorial extrema. Las animaciones tienen un punto de psicodelia muy propia de la época y de los supuestos experimentos que algunos animadores se atrevieron a hacer con LSD. Contó con la presencia del neurocirujano canadiense Wilder Penfield, creador de un mapa sensorial de la corteza cerebral e impulsor de importantes avances en neurocirugía, especialmente, en operaciones de epilepsia,  y el psicólogo Hadley Cantrell, quien co-dirigió un estudio sociológico sobre la retransmisión radiofónica de La Guerra de los Mundos.

6. The Alphabet Conspiracy (1959), trata sobre el lenguaje. Intervino en el film el genial animador de Warner Bros. Friz Freleng, autor de series como Looney Tunes, Merrie Melodies y La Pantera Rosa.

7. Thread of Life (1960), magistral película que trata de explicar el desarrollo de la teoría genética desde Mendel hasta Watson y Crick . Incluye sencillas explicaciones sobre el ADN, la reproducción humana y la división celular. La animación fue producida por Warner Bros. a través de un de sus animadores, Robert McKimson, autor del diseño definitivo de Bugs Bunny y creador de personajes como el Gallo Claudio, el Demonio de Tasmania o Speedy González.

8. About Time (1962), sobre el tiempo y sus paradojas, protagonizado por Frank C. Baxter y el actor Richard Deacon (nota friki: el médico calvo y con gafas del inicio de la maravillosa Invasion of the Body Snatchers (1956).

9. The Restless Sea (1964), la película muestra las maravillas que se encuentran en las profundidades del océano y explica el trabajo que realizan los oceanógrafos a la hora de estudiar el mundo submarino. Este filme cerró la serie y tuvo a Walt Disney como maestro de ceremonias y al actor Sterling Holloway como sustituto del doctor Frank C. Baxter. (No hallado enlace al vídeo)

 

Resumiendo, ya sea como divulgador científico o como cineasta, las películas de Capra son siempre un placer; relatos llenos de valores en los que el director reflejó su alto compromiso ético con la sociedad a la que perteneció.  El sacrificio hacia los otros, la familia, la lucha por un ideal, la búsqueda de la verdad… son temas que Capra siempre quiso que estuvieran en cada una de sus películas, por lo que todas ellas pueden ser utilizadas con fines educativos. Aunque se  critica su cine como ingenuo y sentimental, lo cierto es que su visionado es más que recomendable, especialmente, en una sociedad en crisis como la actual.

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Van Gogh, la voz nocturna

“Mirar las estrellas siempre me hace soñar, como sueño al contemplar los puntitos negros que representan a pueblos y ciudades en un mapa. ¿Por qué, me pregunto, los puntos brillantes del firmamento no son tan accesibles como los puntitos negros del mapa de Francia?” VINCENT VAN GOGH

«Terraza del café de la Place du Forum en Arlés por la noche» (1888). Ésta es la primera pintura en la que Vincent utilizó fondos estrellados. Las estrellas que aparecen corresponden, según algunos estudiosos, a la constelación de Acuario. Crédito: Kröller-Müller Museum

La noche estrellada fue uno de los temas favoritos de Van Gogh. Bajo el cielo centelleante, el pintor percibe las fuerzas de la naturaleza que ofrecen a la humanidad un sentimiento de eternidad. Pero las escenas nocturnas no tienen un significado religioso, sino que contienen referencias a la infinitud del Universo basadas en un intenso conocimiento literario y  científico de su tiempo. Aunque con ciertas licencias estéticas, Van Gogh representó con exactitud los astros y constelaciones en todos sus cuadros de cielos estrellados.

Los paisajes nocturnos se convirtieron en un tema popular durante el siglo XIX. Como visitante habitual de museos, Van Gogh era muy consciente de esta tradición. Pero más allá de un estilo artístico, quiso modernizar la iconografía tradicional de la oscuridad representando de forma novedosa los efectos de la luz y el ambiente de la noche a través del color. Encontrar los pigmentos adecuados para evocar un ambiente nocturno no es tarea fácil. Sin embargo, Van Gogh logró renovar de forma radical la técnica y el estilo de la tradición artística mediante el uso de una particular gama de colores. Claro está que la noche no es tan azul como el pintor representó en sus cuadros, pero consiguió trasmitir los efectos poéticos de la madrugada como pocos artistas han hecho.

“Noche estrellada sobre el Ródano” (1888). Encontramos representada una de las constelaciones más famosas del cielo boreal, la Osa Mayor. Crédito: Musée d’Orsay

Los colores del Universo
A principios de la era moderna, la noche se convirtió en una cultura de pleno derecho. Los avances tecnológicos, como la luz de gas y las farolas, hicieron que la oscuridad desapareciera; revelaron algunos de sus secretos, pero al mismo tiempo estimularon la atracción por la noche completamente oscura. La astronomía se puso de moda, especialmente, durante la década de los 80 del siglo XIX. Las revistas publicaban los últimos descubrimientos astronómicos y aparecieron libros de divulgación y novelas relacionadas con esta ciencia.

Proyección del cielo sobre Arlés en septiembre de 1888 con la Osa Mayor. Crédito: Crédito: Francis (th)E mule Science’s News

La fascinación de Van Gogh por la noche estrellada coincide con este momento en el que se generalizan las publicaciones populares sobre los avances en astronomía y se extiende la convicción de una estrecha relación entre el hombre y las estrellas. Es sabido que Van Gogh era un lector voraz, que leía con rapidez y que consumía libros por docenas. Por ello no es descabellado pensar, como sostienen algunos investigadores de su obra, que las pinturas nocturnas de Van Googh estuvieron influenciadas por su interés en la investigación astronómica de su tiempo.

“La Noche Estrellada” (1889). Además de Venus y la Luna aparecen otras estrellas que se corresponden con la constelación de Aries. Las ondulaciones que atraviesan el cielo podrían representar, según algunos autores, la Via Láctea o la forma en espiral de las galaxias, hecho que acababa de ser descubierto. Crédito: Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Incluso en la Exposición Universal de 1889, que festejaba la ciencia y la tecnología de la época, la astronomía estuvo bien representada y fueron exhibidos nuevos telescopios, relojes celestes, modelos del sistema solar, mapas de constelaciones y de la luna e insólitas fotografías de la superficie solar. De hecho, en lo alto de la Torre Eiffel se instaló un observatorio astronómico. Van Gogh siguió con atención en las revistas los preparativos de la exposición universal e incluso pidió a su hermano Theo, que expusiera su pintura Noche estrellada sobre el Ródano (1888), como ejemplo de sus efectos nocturnos experimentales.

“Nébuleuse en spirale de la constellation des Chiens de chasse”, Astronomie Populaire (1880), de Camille Flammarion

No por casualidad, una de las personas que se encargaron de la organización de la exposición universal fue el astrónomo francés Camille Flammarion, en aquel entonces una estrella mundial por sus trabajos científicos, pero, sobre todo, por haber publicado una obra de divulgación que se convirtió en un inesperado éxito de ventas: Astronomie populaire (1880). Aunque no dejó constancia de ello, es probable que Van Gogh conociera la obra de Flammarion debido a su gran popularidad e incluso pudiera haber leído alguna novela de Julio Verne y sus conocidos Viajes Extraordinarios, entre los que destacan De la Tierra a la Luna (1865),  su continuación Alrededor de la Luna (1870) y Héctor Servadac (1877).

“Harper’s Weekly”, revista leída regularmente por Van Gogh, mostraba en un reportaje de 1881 imágenes de los cometas Donati, Encke y Coggia.

Lo que sí sabemos es que Van Gogh era un apasionado coleccionista de reproducciones de grabados, que logró obtener de revistas como The Graphic, The Illustrated London News, L’illustration o Harper’s Weekly. En todas ellas aparecieron en aquella época reportajes de temas astronómicos con imágenes de objetos celestes recién descubiertos. Por ejemplo, hay quien ha visto en el impresionante remolino que domina el cielo de su obra Noche Estrellada (1889) similitudes con una nebulosa con forma de espiral o la cola de un cometa, fenómenos que fueron fotografiados en la década de los 80 del sigo XIX.

Imagen del cometa 3D/ Biela en 1846 cuando se fraccionó en dos partes. «Bilderatlas der Sternenwelt» (1888).

Sea como sea, Van Gogh se sintió profundamente fascinado por el mundo nocturno, incluso mucho antes de pensar en ser artista. Como dejó escrito en multitud de cartas, le gustaba trabajar al anochecer; le proporcionaba momentos de rejuvenecimiento físico y espiritual que aprovechaba como fuente de imaginación y creatividad. Los destellos de las estrellas, la luna en medio del cielo, la aparición de focos de luz artificial (en aquel entonces la contaminación lumínica aún no era un problema serio) ocuparon sus sueños y puede que la lectura alimentara su imaginación. Aunque no conociera el éxito durante su tristemente corta vida, tuvo el privilegio de ver el firmamento a través de una mirada única y asombrosa, e hizo que su belleza fuese más accesible para todos.

Como curiosidad, el cártel de la película Medianoche en París (2011) de Woody Allen, rinde homenaje al conocido cuadro de Van Gogh La Noche Estrellada.

Divulgación Disney (II): el genio nuclear

En esta segunda parte, seguiremos analizando el contexto de Guerra Fría durante el cual se desarrolló la labor divulgativa de Disney, especialmente, relacionada con la carrera espacial y la energía atómica, y analizaremos dos de sus peliculas, hoy en día, más políticamente incorrectas: «Our Friend the Atom» (1957), una apología de la energía nuclear, y «Eyes In Outer space» (1959),  sobre el uso de tecnologías para manipular el clima.

Walt Disney en la portada de la revista Time de diciembre de 1954

Como vimos en la entrada anterior, el éxito de los productos de divulgación realizados por la factoría Disney en los años 50 estuvo muy ligado con el desarrollo del medio televisivo tras la posguerra. El despegue de la televisión comenzó, sobre todo, a partir de 1952 con la concesión de nuevas licencias para cadenas que quedaron en manos de poderosas multinacionales del sector electrónico. Walt Disney supo aprovechar este contexto y se enfrentó abiertamente al nuevo medio desde una perspectiva pedagógica que sólo ha sido comprendida por unos pocos comunicadores; posiblemente, el último y el más mediático de todos, haya sido Carl Sagan con su serie Cosmos.

Como un equilibrista, Disney supo combinar el entretenimiento y el espectáculo con la divulgación científica; los intereses empresariales con la preocupación pedagógica; la comunicación de masas con la responsabilidad social. Todos sus proyectos tuvieron siempre un fondo de interés por la vida animal y las maravillas naturales y culturales del mundo, a la vez que estimulaban a reflexionar sobre el progreso y el mundo del futuro. El escaparate ideado por Disney para materializar esta inquietud didáctica fue su programa de televisión y parque de atracciones Disneyland.

Reportaje televisivo de la inauguración de Tomorrowland en 1955

En ambos medios, su talento divulgativo destacó especialmente en su visionaria sección conocida como Tomorrowland, en la que Disney incluyó una proyección impresionante de cómo sería la vida futura del hombre y sobre los fabulosos logros de la ciencia. En Tomorrowland, la intención era mostrar al público, sobre todo, a la generación más joven, que la ciencia era la nueva frontera de los tiempos modernos, capaz de conducir a la humanidad por los caminos pacíficos de progreso.

Walt Disney con su diseño de ciudad del futuro al fondo. El EPCOT estaba concebido como una urbe construida en círculos concéntricos cuyo núcleo estaba protegido por una cúpula para controlar el clima en su interior.

La fascinación de Disney por los avances científicos le llevó a crear, más adelante, un parque temático dedicado exclusivamente a divulgarlos, el Experimental Prototype Community of Tomorrow (EPCOT), que abrió sus puertas en 1982 en Orlando, Florida. El propósito de Walt Disney era construir una ciudad utópica que sirviera de modelo al mundo. Aunque Walt Disney murió en diciembre de 1966 y no se respetó su idea original de edificar la urbe del futuro, cuando se inauguró se convirtió en la atracción más espectacular de Disney World con áreas como Future World, Horizons, Space Ship, con la famosa Geosphere, The Land, The Living Seas, Universe of Energy, Wonders of Life… Más cerca de las exposiciones universales que de los parques de atracciones, EPCOT se erigió como el paradigma de los centros temáticos educativos.

Un asunto de estado
Volviendo a las películas de animación, esta vez destacaremos dos de ellas que, hoy en día, son de lo más políticamente incorrectas. Se trata de Our Friend the Atom (1957), un alegato a favor del uso de la energía atómica y a la proliferación de centrales nucleares, y Eyes In Outer space (1959), un curioso manifiesto sobre el uso de tecnologías capaces de cambiar el clima a nivel global para, incluso, convertir los zonas árticas en lugares de cultivo. Sin duda, dos interesantes documentos que, más allá de la ingenuidad de algunos de sus planteamientos, nos sirve para reflexionar sobre la maleabilidad y docilidad del pensamiento científico a los intereses, generalmente, políticos y económicos de cada momento.

Walt Disney de visita al Marshall Space Flight Center de la NASA en 1965

Estas películas deben entenderse en el contexto de Guerra Fría, cuando la amenaza de una destrucción mutua asegurada colgaba sobre los Estados Unidos. Por aquel entonces, las principales potencias nucleares, teorizaban con diferentes estrategias, para vencer en un conflicto nuclear o, al menos, quedar en una posición ventajosa. Para justificar los esfuerzos dedicados a este fin, se intentó generar entre la sociedad la promesa de un futuro emocionante para el hombre basado en nuevas aplicaciones civiles y científicas derivadas de la investigación , especialmente, de la energía atómica y de la carrera espacial.

Sin embargo, era difícil no percatarse que los grandes cohetes espaciales no sólo permitían llevar al hombre al espacio y colocar satélites, también desarrollar misiles balísticos de alcance intercontinental con los que librar un gran número de armas nucleares contra blancos remotos. No es casualidad que el mismo propulsor utilizado para lanzar el Sputnik, la primera nave espacial en órbita, fuera también el primer misil balístico intercontinental soviético, el Cohete R-7. Y que el desarrollo de los misiles Titán americanos fuera paralelo al del cohete Saturno I de la NASA.

Walt Disney en la secuencia de presentación de la película «Our Friend the Atom»

Por otro lado, también se quiso convertir la era atómica en un paso más en el progreso tecnológico del mundo, como la edad del bronce o la revolución industrial. Se extendió la creencia que todos los generadores de energía en el futuro serían nucleares. Al igual que la bomba atómica había dejado a todos los explosivos convencionales obsoletos, la energía nuclear haría lo mismo con las fuentes de energía como el carbón y el petróleo. Había una sensación general de que lo nuclear iba a colonizar todos los ámbitos de una manera positiva y productiva.

Disney se mantuvo fiel a las pretensiones de la administración americana de generar contenidos atractivos que permitieran comprender a la sociedad el nuevo panorama científico y tecnológico, y estimular, a la vez, a una nueva generación de técnicos que garantizaran la permanencia y el éxito de la carrera armamentística. Asesorado por los mejores físicos e ingenieros del momento, Disney produjo las dos siguientes películas de animación que, a pesar de su fondo propagandístico, contienen momentos de una incuestionable belleza formal y capacidad didáctica.

Merece la pena su visionado, sobre todo, para todos aquellos que confunden divulgación con espectacularidad y se dejan embaucar por las nuevas producciones repletas de espectaculares imágenes generadas por ordenador y aderezadas con efectos de postproducción que poco informan, enseñan, ni enamoran.

Our Friend the Atom (1957)
49′ 15»

Este filme fue promovido por la administración de Eisenhower para su programa de defensa del uso civil de energía atómica y estuvo patrocinado por General Dynamics, fabricante de reactores nucleares, que también financió la atracción del submarino atómico para Tomorrowland en Disneyland. Esta producción, además de emitirse en el show televisivo, sirvió como material didáctico en escuelas. En su conjunto, se trataba de un proyecto para crear en la generación del babyboom americano una actitud favorable hacia la energía atómica a través del entretenimiento y ofreciendo una visión intencionadamente ingenua.

El físico Heinz Haber junto con Wernher von Braun con una de las maquetas del film «Man and the Moon»

La película comienza con unas imágenes de la película 20.000 leguas de viaje submarino. Seguidamente, Walt Disney introduce el film comparando el Nautilus con los modernos submarinos nucleares y da paso al físico Heinz Haber, colaborador junto a Wernher von Braun en Man in space, quien conduce el filme. Comienza comparando el descubrimiento del átomo con el cuento de «El pescador y el Genio» de Las mil y una noches.  Siguiendo esta fábula, la película relaciona la energía atómica con un genio en una botella, capaz de hacer tanto el bien y como el mal, y sitúa a la humanidad como la responsable de controlar esta fuerza y garantizar la seguridad. Seguidamente, el film pasa a relatar la historia del átomo, desde las primeras especulaciones de Demócrito y la invención de los primeros microscopios que infundieron el sueño por descubrir lo más pequeño hasta el desarrollo de los reactores y centrales nucleares, lamentablemente, tan de moda estos días.

Portada del libro «Our friend the atom» publicado al mismo tiempo que la emisión televisiva como material educativo para escuelas

En su narración el film repasa la lista de todos aquellos científicos del pasado que contribuyeron al estudio del átomo, como John Dalton y su teoría atómica, Amadeo Avogadro y su distinción entre moléculas y átomos, Antoine Henri Becquerel y su descubrimiento de la radioactividad del uranio, Pierre y Marie Curie y su hallazgo del polonio y el radio, Albert Einstein y su conocida fórmula E=mc2 que relaciona masa y energía, Ernest Rutherford y su modelo atómico con el que probó la existencia de un núcleo… Finalmente, la película muestra el modelo planetario del átomo, que erróneamente hoy se sigue enseñando en las escuelas, y la tabla periódica como la culminación de nuestra comprensión de la materia.

Después de esta admirable narración guiada por un uso magistral de la elipsis, la parte final del film se dedica a explicar los mecanismos y consecuencias de una reacción en cadena. Para ilustrar este proceso de fisión nuclear, utiliza el ejemplo de una mesa llena de trampas para ratones, que representan a los átomos, con varias pelotas de ping pong como neutrones formados de la división de los núcleos. Por último, en la que quizás sea la parte más curiosa y chocante de la película, se explica el funcionamiento de un reactor nuclear y se ensalza su poder como generador de progreso vaticinando que todos los generadores de energía en el futuro serían atómicos.

El genio atómico es sospechosamente parecido al genio de «Aladdin» (1992)

De hecho, se muestra la energía atómica como una fuerza casi mágica capaz de penetrar en todos los ámbitos de la vida, no sólo los energéticos, con utilidades tanto en la producción agrícola y en el ganado, a través de abonos y piensos radiactivos para mejorar y conservar los alimentos, como en el desarrollo de una medicina nuclear capaz de curar todo tipo de enfermedades. Su imagen final de un mundo lleno de centrales nucleares pondrá los pelos como escarpias a muchos prosélitos de Greenpeace.

Eyes In Outer space (1959)
25′ 20»

Sin duda, se trata de una de las películas más extrañas y visionarias producidas por el estudio Disney, no sólo por aventurar el uso de los satélites como instrumentos de observación meteorológica cuando hacía apenas dos años del lanzamiento del Sputnik, sino por tratar uno de los temas más de moda entre las intrigas conspiranoicas: la posibilidad de cambiar artificialmente el clima. Aunque se puede intuir claramente el uso militar de estas tecnologías, el filme trata de convencernos de sus muchas utilidades prácticas como, por ejemplo, para protegernos de fenómenos meteorológicos adversos o para mejorar la productividad agrícola de zonas estériles.

Imagen de la futurista estación para la observación meteorológica y el control del clima

Como en la trilogía del espacio, está dirigida por el animador Ward Kimball y narrada por el actor Paul Frees. Empieza hablando sobre la utilización de satélites en órbita con la Tierra para observar los fenómenos meteorológicos y ayudar a predecir el tiempo atmosférico. Tras aclarar cómo el tiempo puede condicionar aspectos tan cotidianos como el estado de ánimo, el filme hace un repaso por las supersticiones y los refranes populares relacionados con la predicción de los fenómenos atmosféricos. Seguidamente, se explica el ciclo del agua por el cual, tras pasar del estado líquido en la superficie de los océanos al estado gaseoso en la atmósfera, el vapor de agua se condensa formando nubes y se precipita como lluvia o nieve. También se analiza el papel del Sol en estos fenómenos.

Misiles dirigidos con compuestos químicos capaces de alterar el tiempo meteorológico

La película ilustra de manera didáctica la influencia de la presión atmosférica en la formación de borrascas y anticiclones, y advierte de su complejidad y de la dificultad de hacer predicciones meteorológicas. Por ello, aboga por el uso de satélites artificiales para hacer pronósticos más precisos. Finalmente, en la parte más asombrosa del filme, se dramatiza una situación de control del clima para detener un huracán que se aproxima a Florida en los Estados Unidos. Dispersando agentes químicos en la atmósfera y creando nubes artificiales consiguen crear un escudo frente la costa americana y desviar el huracán. La película acaba con la curiosa promesa de que en un futuro la humanidad podrá convertir las zonas árticas en lugares productivos para el cultivo. Sin duda, Al Gore tiene a esta película en su lista de películas prohibidas y como material combustible para prender su hoguera de negacionistas y degenerados climáticos. Por otra parte, hará las delicias de todos aquellos seguidores de intrigas conspiranoicas, especialmente, los convencidos de los maléficos chemtrails y de las perversidades del proyecto HAARP.

Estas películas se pueden encontrar en el DVD Walt Disney Treasures – Tomorrowland: Disney in Space and Beyond.

Divulgación Disney (I): Fantasía espacial

A lo largo de varios post analizaremos algunos de los trabajos que Walt Disney produjo como divulgador científico. En este primer capítulo ahondaremos en el contexto histórico de la sociedad americana de los años 50, periodo en el que Disney concentró la mayor parte de su labor pedagógica, y destacaremos tres joyas de la animación dedicadas a popularizar el programa espacial americano: Man in Space (1955), Man and the Moon (1955) y Mars and Beyond (1957).

Fotografía de Walt Disney tomada en 1954 en las instalaciones de la NASA.

Más allá de hombre negocios, comunicador de masas y corruptor de la infancia, Walt Disney también fue un excelente divulgador científico que supo aprovechar el contexto de la posguerra americana. En este escenario de guerra fría, además de la necesidad de legitimar el modelo social americano – American way of life -, había que impulsar una nueva educación científica para que los ciudadanos aceptaran las grandes inversiones de recursos económicos que suponía una carrera tecnológica y científica global. Walt Disney, un modesto hijo de granjeros y distraído dibujante de anuncios, supo aprovechar este momento. En seguida comprendió el potencial de la imagen y del nuevo medio televisivo como instrumentos de seducción y de entretenimiento. Una vez pudo reunir la experiencia y el patrimonio necesarios, puso todo su creatividad y talento en construir un paraíso de posguerra para que la sociedad americana además de sentir que formaba parte de una gran aventura, también aprendiera sobre su historia y sobre su papel hegemónico en el futuro del mundo.

La televisión dominante
Tras la II Guerra Mundial la televisión se introdujo en los hogares americanos convirtiéndose en la piedra angular de la información y el entretenimiento. La programación televisiva tardó bastante tiempo en encontrar su propia fórmula y lenguajes; la radio y el cine representaron un vivero de contenidos para alimentar el nuevo medio. En el caso de las empresas cinematográficas, tras unos primeros años de enfrentamiento con la televisión -que consideraba culpable de la crisis de espectadores-, acabaron comprendiendo que la gran popularidad de la caja tonta podía beneficiar a su negocio y empezaron a desarrollar series y películas específicas para el medio televisivo. Estos contenidos eran además exportados al mundo entero difundiendo un estilo de vida y unas temáticas genuinamente americanas.

En la década de los 50, la televisión fue la gran aliada del «american way of life» por su capacidad de penetración, difusión y recreación del modelo social.

Durante estos años los Estados Unidos se consolidaron como el estado dirigente del mundo occidental. El dominio americano, y por extensión del capitalismo, estaba estructurado en la doctrina del liberalismo que permitía extender su hegemonía a los terrenos ideológico y cultural. Los medios de comunicación, especialmente los del sector audiovisual -por su capacidad de penetración e influencia- tenían la función de legitimar el orden social y político. El modelo americano optó por dejar las actividades culturales en manos de empresas privadas, en lugar del auspicio estatal, pensando en las oportunidades de negocio que podían generar y en su capacidad de producir productos atractivos con un mensaje proamericano pero sin una explícita carga propagandística.

La proyección internacional de la cultura de masas americana fue acompañada de una invasión empresarial que generaba ingresos millonarios. La actividad cultural era una mercancía más, como la Coca-Cola o las hamburguesas de McDonalds, un agente de desarrollo y de promoción de conductas para estimular modelos de consumo y de expresar la modernidad social y tecnológica americana. Es decir, aunque promovidos por empresas privadas, los medios de comunicación se consolidaron como un servicio público con un importante objetivo: el desarrollo económico, la educación y la promoción cultural.

Poster realizado por Roman Cieslewicz en 1968. Superman representa a las dos superpotencias que ridículamente ven su imagen reflejada en el otro.

La ciencia del miedo
El telón de fondo real que justificaba este modelo era el contexto político de la guerra fría. Basada en la creencia de que, tras la II Guerra Mundial, la época de las catástrofes aún no se había acabado, los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron a una batalla ideológica que tuvo en la propaganda su principal arma. La constante amenaza de una invasión exterior y la histeria colectiva permitía mantener una economía de guerra permanente que suponía rentables dividendos. Sin embargo, la sociedad solo podía sobrevivir a la carrera armamentística preparándose para una carrera tecnológica y científica global, por lo que la educación científica se convirtió en una prioridad estratégica para que la población aceptara contribuir al esfuerzo económico que suponía esa carrera.

Para proporcionar el clima intelectual adecuado era necesaria una educación científica rápida y eficaz, en que todo el mundo pudiera comprender los últimos avances, especialmente en el campo de la ingeniería y de la física, convertidos en sinónimo de poder tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki, y el primer satélite artificial ruso, el Sputnik. Pero la alfabetización científica de una sociedad en rápido cambio científico y tecnológico necesitaba de nuevos instrumentos y nuevos métodos de enseñanza. Por supuesto, la televisión era una de las vías más importantes abiertas para acercar la divulgación científica a la población. Y en este contexto una figura destacó especialmente: Walt Disney (1901-1966).

Poster de la película «Der Fuehrer’s Face» (1943) realizada por los estudios Disney para el Gobierno americano durante la II Guerra Mundial y protagonizada por el pato Donald.

América en sueños
Disney comenzó como dibujante publicitario. En 1920, junto con el animador Ubbe Iwwerks, fundó la Iwerks-Disney Commercial Artists, pero sin mucho éxito. Más tarde y en solitario creó la Laugh-O-Gram Films, Inc. para realizar cortometrajes de dibujos animados basados en cuentos para niños. Con su corto Alicia en el País de las Maravillas (1923) bajo el brazo, decidió irse a Los Ángeles donde fundó junto a su hermano el Disney Brothers’ Studio, que más tarde sería The Walt Disney Company. Tras el éxito de su primer personaje-icono Mickey Mouse (1928), nacido a la par que el cine sonoro, y de su primer largometraje animado en Technicolor Blancanieves y los Siete Enanitos (1938), el comienzo de la II Guerra Mundial permitió a los estudios Disney colaborar estrechamente con el gobierno, produciendo casi 70 horas de películas educativas y de formación militar.

Tras la guerra, llegó la crisis de las salas cinematográficas. La venta de entradas empezó a descender de forma alarmante y los exhibidores dejaron de interesarse por la animación. A su vez, la histeria anticomunista sacudió los cimientos de la industria de Hollywood. La represión de la “caza de brujas” supuso un duro golpe al cine en un momento crucial en el que debía hacer frente a la competencia de la televisión. Ante esta nueva situación, Disney diversificó su oferta, orientándose hacia la producción de películas infantiles de imagen real, como la serie True-Life Adventures (1948), los documentales sobre naturaleza y, por supuesto, los programas de televisión que lo convertirían en un influyente comunicador de masas.

Poster del film «The living desert» (1953) que revolucionó el género del documental de naturaleza. Hoy en día se critica su exceso de antropomorfismo y la falta de veracidad de algunas de sus tomas.

Muchos de sus documentales y reportajes sobre la vida animal ganaron varios premios Óscar, como la conocida The Living Desert (1953) que también ganó en los festivales de Cannes, Berlín y en los premios Globo de Oro, además de inspirar a un generación de documentalistas. También un reportaje sobre los aspectos científicos y técnicos de la filmación de la película 20.000 leguas de viaje submarino hizo ganar a Walt Disney su primer premio Emmy al mejor documental.

En 1950 produjo su primer programa televisivo, One Hour in Wonderland, un especial para el día de Navidad. Pero su gran éxito en el nuevo medio estaría directamente relacionado con su macroproyecto Disneyland. Hacía tiempo que Disney estaba interesado en otra área del entretenimiento, los parques de atracciones. Quería desarrollar un “parque familiar” en el que el visitante pudiera moverse a su elección por cinco grandes mundos (Main Street, U.S.A.; Fantasyland; Tomorrowland, Frontierland y Adventureland), con atracciones y espacios de animación organizados temáticamente. Con la colaboración de actores que encarnaban a los personajes de la factoría, el predispuesto espectador se convertía en un participante más en la aventura, a la vez que se sentía en casa, formando parte de la “cultura americana”.

Imagen de la cabecera del programa televisivo «Disneyland» que empezó a emitirse el 27 de octubre de 1954 y acabó en 2008 siendo el segundo show más longevo de la televisión americana.

Interesado en promocionar su ambicioso parque, Disney se unió a la cadena de televisión ABC y formó la compañía Walt Disney Incorporated. En octubre de 1954, comenzó a emitirse el programa Disneyland TV Show, con la difusión del documental The Disneyland Story a través del cual millones de americanos empezaron a soñar con el nuevo paraíso de fantasía. Con un lanzamiento tan bien preparado, el éxito fue inmediato.

 

La conquista de la ingravidez

Walt Disney y el ingeniero espacial Wernher von Braun en 1954. La colaboración de ambos en una trilogía de películas sobre el espacio obedecía claramente a un lavado de imagen para que la sociedad tolerara la presencia de ex miembros de las SS en el programa militar americano.

Pero más allá de lo promocional, este espacio televisivo permitió a Disney demostrar su gran habilidad como pedagogo produciendo varias joyas de la animación. Entre ellas,  en la década de los 50 llevó a cabo una serie de películas educativas sobre el programa espacial americano en colaboración con el ingeniero aerospacial de la NASA y creador del mítico cohete alemán V2, Wernher von Braun. Todas ellas fueron dirigidas por el dibujante Ward Kimball, el más atrevido de los llamados “Nueve Ancianos de Disney” y el encargado de dar vida a personajes como el Sombrerero Loco y el Gato de Cheshire en Alicia en el país de las maravillas o el mítico Pepito Grillo de Las aventuras de Pinocho.

Portada de la revista “Collier’s” con la ilustración de un transbordador espacial de tres fases, uno de los muchos diseños de von Braun para la conquista del espacio.

Estas películas se convirtieron en tres episodios – Man in Space (1955), Man and the Moon (1955) y Mars and Beyond (1957)- que fu eron reunidos bajo el nombre de Tomorrowland. Esta trilogía animada estaba basada en una serie de artículos publicados en los años 50 en la famosa revista Collier’s bajo el enunciado Man Will Conquer Space Soon! en los que se analizaba y detallaba los planes de Wernher von Braun  para la carrera espacial. Los artículos estaban escritos por los máximos expertos del momento, como Willy Ley, Fred Lawrence, Joseph Kaplany, Heinz Haber y el propio von Braun, y tenían ilustraciones de tres de los mejores dibujantes de la época: Chesley Bonestell, Fred Freeman y Rolf Klep. Todo un acierto del visionario editor Cornelius Ryan. La serie tuvo además su continuación en tres libros: Across the Space Frontier (1952), Conquest of the Moon (1953) y The Exploration of Mars (1956). (Recomiendo consultar los enlaces para conocer más sobre estos interesantes personajes -cada uno de ellos merecería un post completo- y en los libros y sus años para ver su reseña y apreciar sus ilustraciones)

De izquierda a derecha, los expertos en cohetes Willy Ley; Fred L. Whipple y von Braun; los ilustradores Chesley Bonestell, Rolf Klep y Fred Freeman; y el editor del magazine «Collier’s» Cornelius Ryan.

Man In Space (1955)
49’27’’


Empieza con una introducción de Walt Disney que da paso al dibujante y director del film Ward Kimball quien hace de narrador junto con algunos de los autores de los artículos de la revista Collier’s y el actor Dick Tufeld, conocido por poner su voz al Robot de la popular seria de televisión Lost in Space. La película primero hace un repaso cómico por la accidentada historia de los cohetes y aprovecha para explicar de forma gráfica y sencilla las leyes del movimiento de Newton, especialmente la ley de acción y reacción. También se exponen cuestiones como la dificultad de vencer la gravedad terrestre y cómo conseguir colocar un objeto espacial en órbita, lo que no deja de sorprender ya que aún faltaba un par de años para el lanzamiento del Sputnik. Mas adelante, ofrece una mirada graciosa sobre aquellas cuestiones prácticas a las que los astronautas deben enfrentarse en un vuelo espacial, como la comida, el sueño, la ingravidez o el momento del despegue, así como algunos peligros, como la radiación procedente de los rayos cósmicos o una lluvia de meteoritos.

Von Braun y su diseño de cohete de múltiples fases que sirvió al ingeniero alemán para desarrollar posteriormente su Saturno V y llevar al hombre a la Luna.

Resulta especialmente interesante el momento en el que el asesor científico del film, Wernher von Braun, expone su diseño de un cohete formado por tres fases o módulos de propulsión y una aeronave de alas fijas con la tripulación, precursor de los modernos transbordadores. Acaba con una espectacular recreación de una misión espacial que sorprende por la gran calidad de su animación y de los efectos especiales. El episodio fue nominado a los Óscar de ese año al mejor corto documental. Como expertos en merchandising, el estudio convirtió el film en un cómic bajo el título de Walt Disney’s Man in Space: A Science Feature from Tomorrowland (1956) y en un libro de texto para escuelas, Man in Space: A Tomorrowland Adventure (1959).

Man and the Moon (1955)
49’19’’

Tras la introducción de Walt Disney, es nuevamente Ward Kimball quien ejerce de narrador del film. Comienza con un repaso irónico sobre la fascinación humana por la Luna y su influencia en prácticamente todas las áreas de la cultura, como en la filosofía, la ciencia, la religión, la literatura y la música, así como en mutitud de leyendas y supersticiones. Continúa haciendo un resumen de las características físicas de nuestro satélite según la investigación científica del momento. Así, se explican cuestiones como el origen de la Luna asociada a la formación del Sistema Solar, los ciclos lunares, los diferentes tipos de eclipses, su influencia en las mareas, su temperatura y su lado oscuro. Más adelante, Kimball presenta de nuevo a Wernher von Braun quien expone los planes para un posible misión tripulada al satélite. Para su realización, el ingeniero propone la construcción de una estación espacial base en forma de rueda giratoria, movida por energía nuclear, que proporcionaría gravedad artificial a sus tripulantes. Esta idea ya había sido descrita por el ingeniero austrohúngaro Herman Potočnik en su libro The Problem of Space Travel – The Rocket Motor (1928) y más tarde fue utilizada por Arthur C. Clarke en su novela 2001: Una odisea en el espacio (1968), llevada al cine por Stanley Kubrick.

Arriba, el diseño de von Braun para una estación espacial capaz de generar gravedad artificial. Abajo la Earth-orbiting Space Station V ideada por Arthur C. Clarke en «2001: Una odisea en el espacio».

Tras las descripciones de Von Braun acerca del proceso de construcción de la estación espacial a través de constantes viajes con cohetes reutilizables y manejando una especie de cápsulas o trajes espaciales multiusos, el ingeniero explica muy gráficamente el tipo de trayectoria necesaria para alcanzar el satélite y muestra su diseño de un vehículo espacial para un futuro viaje a la Luna. La película termina con una recreación con actores reales de una misión a bordo de la Lunar Recon Ship RM-1 en la que se dramatiza posibles situaciones como una lluvia de asteroides o el avistamiento de una civilización en el lado oscuro de la Luna. En 1959 el episodio fue emitido de nuevo con el nombre de Tomorrow the Moon.

Mars and Beyond (1957)
48’ 41’’

La película empieza con una introducción de Walt Disney y de su amigo robot Garco y continúa con la extraordinaria narración del actor Paul Frees, la voz de multitud de personajes Disney y de muchas de sus atracciones, además de acompañar a Orson Wells en la mítica emisión radiofónica de La Guerra de los Mundos. El episodio hace un breve y magistral repaso de la historia de la astronomía en el que analiza de forma ordenada las distintas teorías científicas y filosóficas sobre el Universo. También expone las múltiples especulaciones sobre la presencia de vida en Marte de la mano de algunos autores de ciencia-ficción como H.G. Wells y Edgar Rice Burroughs, a la vez que parodia las revistas “Pulp” de la época. El film continúa con uno de los mejores resúmenes que se han hecho de la evolución de la vida en la Tierra, desde la formación del Sistema Solar y la Tierra, pasando por la aparición de las primeras proteínas y organismos unicelulares, hasta llegar a la especie humana.

Ernst Stuhlinger y von Braun con un prototipo de nave espacial con forma de paraguas para una misión al planeta Marte.

Más adelante, se describen las características físicas de cada uno de los planetas del Sistema Solar, especialmente su temperatura y composición atmosférica, para analizar las posibilidades de habitabilidad. De esta explicación se deduce la idoneidad de Marte como candidato para un futuro viaje espacial. También se muestra la evolución de nuestro conocimiento sobre el planeta rojo gracias a la progresiva mejora de los telescopios, desde Galileo hasta los modernos observatorios y el astrónomo E. C. Slipher da detalles sobre su órbita, tamaño, composición, gravedad, orografía, etc. El film acaba con una simulación de cómo sería un viaje al planeta rojo. El diseñador de naves espaciales Ernst Stuhlinger, pionero de la propulsión eléctrica, muestra los detalles de un modelo de nave espacial con forma de paraguas que proporcionaría gravedad artificial y con un sofisticado reactor que permitiría llegar a Marte en 400 días siguiendo una trayectoria espiral hasta el planeta. Sin duda, por lo originalidad de sus dibujos y la excentricidad de sus planteamientos, se trata de uno del los productos de animación más atípicos y arriesgados que Disney produjo para la televisión.

Estas películas se pueden encontrar en el DVD Walt Disney Treasures – Tomorrowland: Disney in Space and Beyond.

En próximas entradas analizaremos otras películas de divulgación realizadas por Disney con otras temáticas científicas.

A lo largo de varios post analizaremos algunos de los trabajos que Walt Disney desarrolló como divulgador científico. En este primer capítulo ahondaremos en el contexto histórico de la sociedad americana de los años 50, periodo en el que Disney concentró la mayor parte de su labor pedagógica, y destacaremos tres joyas de la animación dedicadas a popularizar el programa espacial americano: Man in Space (1955), Man and the Moon (1955) y Mars and Beyond (1957).

Ciencia y compás (II): Vuelta en redondo

“Por medios arquitectónicos y gracias a los trazos del compás nos es posible descubrir los efectos del Sol en el Universo”. Marco Vitruvio, ‘De Architectura’

Lo más fascinante del compás es su extrema sencillez. Con tan sólo dos delgadas extremidades a modo de zancos, no sólo podemos trazar círculos perfectos, sino que también obtenemos una posición muy elevada y ventajosa a la hora de hallar el punto medio de un segmento, la bisectriz de un ángulo o trazar perpendiculares y paralelas a una recta por un punto dado.

Los usos del compás son enormes, pero hay quien aún se resiste a sus encantos.  Especialmente desde que hace unos años un profesor canadiense llamado Alexander Overwijk se convirtiera en un fenómeno en Youtube al emular al maestro renacentista Miguel Ángel, según cuenta la leyenda, dibujando a pulso un círculo perfecto en una pizarra y en menos de un segundo. Tras él han sido muchos los que se han unido a esta insensata tarea con toscos métodos.

Pero volvamos a la historia del arte. Como todo en la vida, basta que no busques algo para encontrarlo, así que no he podido evitar tropezar con nuevas representaciones de esta simbólica herramienta. La lista podría hacerse interminable, pero para que no se convierta en una nuevo tipo de trastorno obsesivo, esta será la última entrega dedicada a este grácil soporte de torneados movimientos y trazos circulares.

Bible Moralisée (1215)
De Anónimo

"Bible Moralisée". Österreichische Nationalbibliothek (Viena)

Esta ilustración de estilo gótico perteneciente al frontispicio de Bible Moralisée, una de las más importantes Biblias con imágenes o también llamadas Biblia pauperum (“Biblia de los pobres”). En ella se muestra a Dios creando el Universo a través de principios geométricos.  El compás en este manuscrito es un símbolo de la acción divina, ya que según la tradición medieval existía algo intrínsicamente sagrado y perfecto en la circunferencia. De esta forma, el ser todopoderoso estaba sujeto a las matemáticas y obligado a adaptarse a ella en su labor creadora. Según esta concepción geométrica propia de la antigua Grecia, en la imagen dentro del círculo perfecto ya creado se encuentra dos pequeñas circunferencias que representan el Sol y la Luna. La materia informe restante es lo que más tarde se convertirá en la Tierra, una vez que Dios aplique los mismos principios geométricos y de armonía. La leyenda, en francés antiguo, que acompaña la ilustración lo deja claro: “Aquí creo Dios el cielo y la tierra, el Sol y la Luna y todos los elementos”. Lo sorprendente es observar como, entre la circunferencia trazada por el compás y su interior, el artista intuyó otra forma, la segunda más relevante en la naturaleza después del círculo, la manera más simple de crear complejidad:  el fractal.

Los Elementos (1309–1316)
De Anónimo

"Los Elementos". The British Library (Londres)

Esta ilustración corresponde al frontispicio de la traducción al latín del conocido libro Los Elementos de Euclides que se atribuye a Abelardo de Bath, un estudioso inglés del siglo XII conocido principalmente por haber transcrito a la lengua romana muchas obras científicas árabes de astrología, astronomía, filosofía, alquimia y matemática, así como antiguos textos griegos que sólo se conservaban en la lengua del islam, y que fueron de esta forma conocidos en Europa. Hasta hace relativamente poco tiempo, Los Elementos era el principal libro de texto de la enseñanza de geometría en las escuelas matemáticas europeas. En él Euclides recopiló gran parte del saber matemático de su época aunque su intención era más la de servir como una introducción elemental que de compendio.  Ejerció una gran influencia en los trabajos de científicos como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei o Isaac Newton, e incluso el mismo Einstein manifestó que una copia de Los Elementos y un brújula magnética fueron las dos cosas que más le marcaron en su infancia.

Esta imagen del siglo XIV corresponde a un detalle de la letra P. Vemos a una mujer, rodeada por un grupo de estudiantes que parecen monjes, utilizando un compás para medir distancias en un diagrama, mientras que en su mano izquierda sostiene una escuadra. La educación universitaria en Europa fue accesible para algunas mujeres durante el periodo medieval, especialmente, en los conventos. Sin embargo, en la Edad Media era raro que una mujer representara a un profesor, por lo que resulta más probable que se trate de la personificación de la Geometría, basada en el famoso libro de Marciano Capella De Nuptiis Philologiae et Mercurio (siglo V d. C.) que fue el origen del modelo de las siete artes liberales cuya representación alegórica se perpetuó durante siglos.

Artes liberales (1450)
De Pesellino

"Artes liberales", Pesellino. Birmingham Museum of Art (Alabama)

Además de motivos religiosos, una de las especialidades del pintor del quattrocento florentino Francesco di Stefano, también conocido como Il Pesellino (1422–1457),  fueron las pinturas decorativas para paneles y, en particular, para cassone, un tradicional arcón de bodas que gozó de una gran popularidad durante el renacimiento italiano. Las pinturas de este tipo de mobiliario apenas se conservan en su forma original y la mayoría cuelgan de galerías de arte y museos sin hacer referencia a su función original. Era común estas obras las representaciones alegóricas, entre ellas, una de las más utilizadas en la iconografía medieval: las siete Artes Liberales. Este concepto hacía referencia a aquellos estudios que tenían como propósito ofrecer conocimientos generales y destrezas intelectuales, en oposición a las llamadas Artes Manuales o Menores. Comprendían dos grupos de estudios: el trivium ( gramática, retórica y dialéctica)  y el quadrivium (aritmética, astronomía, geometría y música ). Durante la Edad Media, las artes liberales conformaban la parte central del currículo de la enkuklios paideia (“círculo de la educación”) de donde proviene el término “enciclopedia”.

En el lienzo las personificaciones femeninas aparecen de mayor tamaño, sentadas triunfalmente con sus parejas masculinas debajo. Cinco de los siete acompañantes llevan libros y representan a académicos o sabios, ya que sólo los hombres tenían acceso a la educación superior formal. Posiblemente sea Euclides, con el compás, quien acompaña a la Geometría y Pitágoras a la Aritmética. Se consideraba que si bien la Geometría y la Aritmética estudiaban el espacio y el número en estado puro, la Astronomía y la Música eran el estudio del espacio y el número en movimiento. Se pueden notar estos detalles en la sutil y delicada ejecución de Pessellino. Lástima que su temprana muerte a los 35 años pusiera fin a su corta carrera en la historia del arte.

Melancolía I (1514)
De Alberto Durero

"Melancolía I", Alberto Durero. Musée d'Unterlinden (Colmar)

Melancolía I es una de las obras más misteriosas del pintor del Renacimiento alemán  Alberto Durero. Se trata de uno de los tres grabados que componen sus conocidas Estampas Maestras. En la obra destaca una figura provista de alas que parece identificarse con un ángel. Apoya su cabeza en una de sus manos mientras con la otra sostiene un compás.  Entre una gran variedad de elementos símbólicos, podemos observar instrumentos científicos y técnicos que pertenecen en su mayor parte a las artes de la carpintería y la arquitectura, tales como una sierra, una regla, clavos, etc. Descubrimos además herramientas de medida como una balanza y un reloj de arena, y un «cuadrado mágico», en el que la suma de las celdas da siempre 34.  También dos objetos geométricos algo desconcertantes llaman la atención: una esfera de madera y un poliedro de piedra truncado.

La interpretación más extendida sostiene que el grabado de Durero alude al carácter melancólico de la teoría clásica de «los cuatro humores», según la cual el ser humano estaba influido por cuatro fluidos o «humores»: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. De esta forma, la imagen personifica la melancolía de aquellos que equipados de los instrumentos del arte y de la ciencia son incapaces de alcanzar la perfección. Llegó a manifestar al respecto: «En cuanto a la Geometría, puede demostrar la verdad de algunas cosas; pero en lo que atañe a otras hay que contentarse con la opinión y el juicio de los hombres”. Hay quien considera que se trata de un autorretrato de Durero, un reflejo de su personalidad reflexiva.

Detalle del cuadro donde aparece un cometa y un arcoiris como representación de la Astronomía

Curiosamente, durante el Renacimiento se reivindicó la figura del melancólico como reflejo de la genialidad y la creatividad del artista. Durero personifica claramente esta idea. Su padre era orfebre, lo que facilitó su conocimiento de técnicas e instrumentos. Como humanista, las matemáticas eran para él una exigencia en el arte y se convirtió en un autor erudito que colaboraba con estudiosos y científicos y participaba en los movimientos intelectuales de la época. Decía Durero que el arte sin conocimiento era «una mezcolanza fortuita de imitación irreflexiva, fantasía irracional y práctica ciegamente aceptada».

Arquitectura (1600)
De Giambologna

"Arquitectura", Giambologna. Bargello Museum (Florencia)

El escultor renacentista Juan de Bolonia, conocido como Giambologna, fue autor de varias de las figuras más famosas de la historia del arte sobre temática mitológica. Entre ellas se encuentra esta personificación de la Arquitectura, representada como una hermosa joven que sostiene en su mano derecha la escuadra, el compás y el transportador de ángulos, y lleva como collar una plomada, instrumento para señalar líneas verticales. La elegancia, la ligereza y el cuidado equilibrio de esta estatua la convierten en una excelente muestra del estilo personal desarrollado por Giambologna que supuso la transformación del complejo manierismo iniciado por Miguel Ángel hacia la escultura barroca de Bernini. Aunque nació en Flandes, estudió y trabajó en Italia donde realizó sus mejores trabajos. Llegó a ser uno de los escultores más importantes de la corte de los Médici, quienes nunca permitieron que abandonara Florencia por miedo a que la Casa de Austria o los Habsburgo de España le ofrecieran trabajo permanente. Al menos ellos no se permitireron la fuga de talentos.

Arquímedes pensativo (1620)
De Domenico Fetti

"Arquímedes pensativo", Domenico Fetti. Art museum Alte Meister (Dresden)

Esta obra pertenece al pintor barroco italiano Domenico Fetti. Como mandaba la tradición barroca y su galería de seres llamados filósofos, Arquímedes aparece vestido humildemente como un personaje cotidiano, pero encerrando en su sencillez una mente lúcida y reflexiva. La atención de la figura se centra en el rostro pensativo, cargado de naturalismo, y en sus manos. Instrumentos de medición como el compás, la escuadra y un reloj de arena, así como un espejo, algunos libros y unos papeles complementan a modo de bodegón la zona inferior del lienzo y crean diferentes planos de profundidad. La penumbra del fondo y el foco de luz procedente de la izquierda resalta la figura y contrasta el blanco de los papeles dotando a la composición de mayor perspectiva en clara influencia de los caravagistas romanos. El estilo de Fetti fue evolucionando a lo largo de su obra haciéndose más pictórico y colorido, al modo de la pintura barroca flamenca liderada por Rubens. A pesar de su temprana muerte a los 34 años, ejerció una importante influencia entre algunos pintores de la época.

Y con esta reflexiva imagen acabamos nuestro especial de Ciencia y Compás. Animo a los lectores de este post a que compartan cualquier pintura, ilustración, fotografía o vídeo relacionados con esta temática.
¡A trazar círculos y redondeles!

Ciencia y Compás (I): Arte a la redonda

“Si un hombre se echa sobre la espalda, con las manos y los pies extendidos, y coloca la punta de un compás en su ombligo, los dedos de las manos y los de los pies tocarán la circunferencia del círculo que así trazamos”.  Leonardo da Vinci («El Hombre de Vitruvio»)

Compás parabólico diseñado por Leonardo da Vinci

El compás ha sido un símbolo de perfección y medida a lo largo de la historia. Basta determinar su centro y un punto cualquiera para conseguir un fabuloso y refinado círculo. Pero no sólo sirve para la creación de redondeles, sino también para trazar ángulos y tomar distancias. Gracias a este instrumento geométrico los griegos construyeron gran parte de sus figuras planas y consideraron que cualquier construcción hecha solamente con regla y compás era más elegante que aquellas conseguidas por otras herramientas. Por ello, su imagen ha sido utilizada frecuentemente por el arte como representación del conocimiento y la ciencia, en especial, de disciplinas como las Matemáticas, la Geometría, la Astronomía, la Filosofía natural o la Arquitectura. Veamos algunos ejemplos:

Newton (1995) y Master of the Universe (1989)
De Eduardo Paolozzi

"Newton", Eduardo Paolozzi. British Library (Londres). Credito: John McCullough

El artista escocés Eduardo Paolozzi realizó en 1995 una escultura para la Biblioteca Británica de Londres basada en el cuadro Newton de William Blake en la que se representa al genio de la manzana desnudo y con un compás en la mano. Paolozzi se inspiró en estos dos grandes genios ingleses como símbolos de la unión entre la ciencia y el arte. Para resaltar esta idea puso a su escultura los ojos del David de Miguel Ángel. Antes de esta obra, Paolozzi había realizado otra muy parecida llamada Master of the Universe, inspirada en El anciano de los días también de Blake. A diferencia de la estatua de Newton, el Creador es ciego y usa sus dedos en lugar de un compás.

Master of the Universe, Eduardo Paolozzi. National Gallery of Scotland (Edimburgo)

Como era habitual en la obra del artista, los personajes aparecen reconstruidos de un modo cubista lo que les confiere un cierto aire robótico o cibernético. “Un escultor en el mundo urbano debe preocuparse por las contradicciones del hombre y la máquina”, expresó. Paolozzi siempre estuvo muy interesado en los desarrollos científicos y tecnológicos lo que quedó reflejado en una serie de esculturas humanas con elementos mecánicos. El escritor de ciencia ficción J. G. Ballard dijo que “si hubiera un holocausto, se podría reconstruir el siglo XX con los trabajos de Eduardo Paolozzi”. El siguiente vídeo es un buen resumen de su obra:

El anciano de los días (1794) y Newton (1795)
De William Blake

"El anciano de los días", William Blake. British Museum (Londres)

El anciano de los días es una ilustración realizada por el escritor y pintor romántico William Blake para el frontispicio de su poema Europa, una profecía (1794). En ella aparece una divinidad, que Blake identifica como Urizen -símbolo de la fuerza de la razón-, que mide las dimensiones de su creación mediante un compás. Observamos también en la imagen una serie de figuras geométricas básicas como el triángulo y, por supuesto, el círculo. La obra de Blake estuvo muy influenciada por la mitología y la religión. La ciencia, en cambio, no era santo de su devoción.

"Newton", William Blake. Tate Britain (Londres)

Consideraba ridículo cualquier esfuerzo por intentar entender la creación a través de leyes racionales. La ciencia, sin la imaginación y sin la poesía, era par él un poder satánico que intentaba reemplazar a los dioses. Como crítica a la arrogancia intelectual de los científicos quiso parodiar en otra ilustración a Newton mostrándolo desnudo, en una posición contraída y sosteniendo nuevamente un compás; concentrado en su estudio, pero sin apreciar las belleza de la naturaleza circundante.

El geógrafo (1668-1669) y El astrónomo (1668)
De
Johannes Vermeer

"El geógrafo", Johannes Vermeer. Städelsches Kunstinstitut (Frankfurt)

Aunque este cuadro recibe el nombre de El geógrafo, no se conoce exactamente cuál es el motivo del lienzo. Tampoco se sabe a quién está retratando, aunque existe la teoría de que tal vez se trate del rostro del propio Vermeer. Pero lo que sí está claro es que el conjunto de elementos representados tienen mucho que ver con la ciencia; el personaje sostiene un compás en la mano y no es casualidad que detrás de él se muestre una esfera, concretamente, un globo terráqueo. También cabe interpretar el mapa sobre el que se inclina como un símbolo del poder del conocimiento ya que en la época de Vermeer los Países Bajos eran una potencia comercial gracias a los descubrimientos geográficos que habían permitido el comercio con territorios lejanos.

"El astrónomo", Johannes Vermeer. Musée du Louvre (Paris)

Hasta entonces no era habitual mostrar a científicos en la pintura ya que se suponía que la ciencia atentaba contra lo divino. Vermeer quiso plasmar el cambio de paradigma que el mundo estaba experimentando en el siglo XVII y que ponía fin al viejo molde de la Edad Media impuesto por la Iglesia. Para ello, utilizó esta figura y la de El astrónomo, en la que también podemos apreciar instrumentos científicos, como el dibujo de las tablas astronómicas, el astrolabio plano de la mesa o el compás al lado del libro. En este interesante vídeo podrás descubrir algunas claves más del misterioso cuadro de “El geógrafo”:

Heráclito (1650-1674) y otros Filósofos
De Luca Giordano

"Heráclito", Luca Giordano. Pinacoteca Tosio Martinengo (Brescia)

Siguiendo la moda, entre los hombres de letras y los coleccionistas del Barroco, de las serie de retratos de filósofos de la antigüedad, el napolitano Luca Giordano recogió el legado de su maestro Ribera y realizó múltiples cuadros representando filósofos, astrónomos y científicos, a quienes dotó de un cierto aire de misticismo. Entre ellos destaca, por sostener un compás y apoyarlo sobre una esfera, este retrato del filósofo griego Heráclito, también conocido como “el Oscuro” o “el filósofo llorón” por la naturaleza enigmática de su filosofía, su expresión críptica y su concepción pesimista de la humanidad.

"Filósofo dibujando figuras gemétricas con un compás", Luca Giordano. Musée du Louvre (París)

Giordano, conocido desde su infancia por su talento y rapidez de ejecución, -se le llegó a llamar Luca “fa Presto”- manifestó también una especial habilidad en la pintura al fresco, lo que le llevó a recibir numerosos encargos de la corte española. Entre 1692 y 1702, se convirtió en el pintor más relevante del final del reinado del último rey de la Casa de los Austria, Carlos II. El pintor Napolitano (1634- 1705) se enfrentó en el Casón del Buen Retiro a uno de los retos más importante de su carrera, decorar la bóveda del Salón de Embajadores, una superficie de 12 metros de ancho por 20 de largo.

"Pareja de filósofos", Luca Giordano. Museo Nacional del Prado (Madrid)

Giordano se inspiró en sus propias pinturas en busca de temas o figuras que pudiera incluir en el Casón. Así, muchos de los asuntos tratados proceden de obras realizadas por el propio artista antes de su llegada a Madrid, entre ellos, sus filósofos, que coronan los lunetos de la bóveda y sostienen la historia del Mundo acompañados de las nueve musas de las artes y las ciencias.

Astronomía (1649) y Alegoría de la geometría (1649)
De Laurent de la Hyre

"Astronomía", Laurent de la Hyre. Musée des Beaux-Arts (Orléans)

Astronomía y Alegoría de la Geometría son dos obras que pertenecen a una serie de representaciones de las Siete Artes Liberales pintadas por el artista barroco Laurent de la Hyre para decorar una habitación de la casa de París de Gédéon Tallemant, uno de los consejeros del rey Luis XIII. Las siete artes son el trío Gramática, Retórica y Dialéctica, y el cuarteto Aritmética, Música, Geometría y Astronomía, siempre representadas por mujeres, de acuerdo con el género femenino de sus nombres en latín y que se mantiene en todas las lenguas romances. Era muy habitual que estas imágenes decoraran estudios privados y bibliotecas, aunque en el caso de las pinturas de De la Hyre no se conoce con certeza como estaban dispuestas en la sala ya que apenas se han conservado repartidas en varias colecciones.

"Alegoría de la Geometría", Laurent de la Hyre.Toledo Museum of Art (Ohio)

En el caso de sus alegorías de la Geometría y de la Astronomía, ambas aparecen sujetando un compás y acompañadas de una esfera, en la forma de un globo terráqueo y otro celeste respectivamente. En el caso de la joven geómetra sostiene además un papel en su mano derecha en el que aparecen el teorema de Pitágoras y la medición del círculo de Arquímedes. Por su parte, la Astronomía se muestra alada, como si se tratara de un ángel, y con una montaña de libros a su lado; dirige su mirada al cielo mientras su rostro queda iluminado, símbolo de la inspiración. Curiosamente, la relación de Laurent de la Hyre con la ciencia no acaba aquí. Su hijo, Philippe de La Hire, intentó seguir sus pasos en la pintura, sin embargo, acabó convirtiéndose en un reconocido matemático y astrónomo, miembro de la Academia de la Ciencias y director del observatorio de París.

Filósofo y Arquímedes o Demócrito (1630)
De José de Ribera

En el barroco, la representación alegórica de las artes liberales dio paso a los retratos de sabios que eran representados como hombres pobres, humildemente vestidos, cuya única riqueza era su conocimiento y su espíritu modesto. El tenebrista valenciano, asentado en Nápoles, José de Ribera, también llamado Lo Spagnoletto, (“el españolito”), realizó varias pinturas dedicadas a filósofos por encargo del Virrey de Nápoles Don Fernando Atán de Ribera y Enríquez, Duque de Alcalá, hombre de gran aprecio por la cultura y que poseía una gran colección de retratos de filósofos antes del encargo a Ribera. Es muy probable que fuera éste quien aportara al pintor el concepto de la serie de filósofos harapientos. Estos primeros retratos generaron más demanda y otro grupo de filósofos le fue encomendado por el príncipe de Liechtenstein. A partir de estos encargos se hicieron innumerables réplicas e imitaciones. Sin embargo, debido a la multitud de versiones existentes, la ausencia de firma en la mayoría  de los lienzos, la variedad de filósofos retratados y la ausencia de identificación de cada filósofo, hoy en día es difícil conocer la dimensión real de la obra de Ribera.

"Filósofo", José de Ribera. Hermitage (San Petersburgo)

De lo que no hay duda es que la década de 1630 fue la más fructífera para el pintor.  Entre sus series de los filósofos destacan varios por llevar en su mano un compás como símbolo de la relación entre sabiduría y conocimiento científico y matemático. Es el caso de este anciano barbudo que, por la forma en la que sujeta el compás, abierto y con las puntas hacia arriba, sugiere que se trata de un filósofo y no de un geómetra, como estuvo identificado en el pasado. Hay quien piensa que podría tratarse de Aristóteles o Euclides, aunque sigue abierto a la especulación. Valga mencionar que se trata de una copia parcial de otra composición original de mayor formato, con seguridad perdida o destruida, del que sólo se conservan copias repartidas en varia colecciones.

"Arquímedes" (o Demócrito), José de Ribera. Museo Nacional del Prado (Madrid)

La siguiente pintura también ha sufrido diversos cambios de identidad. Por la sonrisa se le ha identificado con Demócrito, el filósofo presocrático fundador del atomismo, también llamado “el filósofo de la risa” ya que consideraba que el estado natural del ánimo del hombre era la apacible alegría. Sin embargo, el compás que sostiene y los folios con trazados relativos a la correspondencia entre el cuadrado y el círculo, parecen indicar el carácter matemático del  filósofo, lo que apunta a que podría tratarse de Arquímedes. Actualmente la primera teoría es la más aceptada, aunque entre los filósofos de Ribera ya existe otro Demócrito también sonriente. Se ha hablado de una posible influencia de Velázquez, durante su viaje a Nápoles en 1630, señalando la semejanza del personaje con los Borrachos (1629). Lo más interesante es que la sencillez de la pintura de Ribera y el gesto risueño e incluso pícaro del personaje contrastan con la tradicional imagen de Arquímedes asesinado por los soldados romanas en el asedio de Siracusa.

Ilustración del artista francés Eduard Vimont (1846-1930). Entre algunos elementos representados, podemos apreciar la esfera armilar que sujeta el solado romano, el compás en el suelo al lado del cadáver de Arquímedes y el diagrama detrás de la silla sobre la relación entre la esfera y el cilindro.

Curiosamente, según una de las versiones  del historiador griego Plutarco sobre la muerte de este personaje, tal vez,  la fatalidad de sostener en su mano algún tipo de instrumento matemático (¿un compás?) pudo confundir al soldado romano y motivar su asesinato, no sin antes pronunciar, como cuenta la leyenda, sus últimas palabras en referencia a la figura que supuestamente estaba estudiando: «No molestes mis círculos». También el filósofo e historiador romano Cicerón cuenta que se colocaron sobre su tumba, a petición del propio Arquímedes, las esculturas de una esfera y un cilindro en alusión a su descubrimiento de una relación matemática entre estos dos cuerpos geométricos. Para conocer más sobre este personaje, también llamado “el Einstein de la Grecia antigua”, recomiendo el siguiente vídeo que corresponde al capítulo Arquímedes y los griegos de la serie de dibujos animados Érase una vez… los inventores, creada por Albert Barillé, un ejemplo de televisión educativa que consiguió la difícil tarea de trasmitir a los más jóvenes el amor por el conocimiento y la cultura a través del entretenimiento:

Pentagramas de estrellas

“En el espacio nadie puede oír tus gritos.”, trailer de la película Alien.

Ciencia y música son viejas compañeras. El lenguaje universal de la música ha sido invocado frecuentemente por la ciencia para describir y comprender el mundo. A su vez, muchos músicos han utilizado la ciencia como inspiración para sus creaciones. Sin duda, la astronomía es la disciplina que más se ha beneficiado de esta simbiosis. Veamos algunos ejemplos:

Pitagóricos
En la Grecia antigua, los pitagóricos consideraban el Universo como una mezcla de armonía y número. Los planetas emitían sonidos, según las proporciones de sus órbitas alrededor de la Tierra, que combinados entonaban una sinfonía o “música de las esferas”. Esta idea de un Cosmos musical de órbitas circulares y proporciones armoniosas se prolongó durante toda la Edad Media hasta el siglo XVII. En el siguiente vídeo, fragmento del maravilloso corto de animación producido por Walt Disney en 1959 «Donald en el país de las matemáticas», el pato Donald viaja a la antigua Grecia donde conoce a los Pitagóricos y la relación entre la música y las matemáticas. Acaba participando en una jam session improvisada con Pitágoras tocando el arpa:

Johannes Kepler
Fiel a la convicción clásica, el astrónomo alemán Johannes Kepler relacionó las órbitas de los planetas con los sólidos regulares y con los acordes musicales. Propuso en su libro Harmonices Mundi (1619) que la velocidad de cada planeta correspondía a ciertas notas de la escala musical. Cuanto más rápido era el movimiento, más agudo era el sonido que emitía. Asumida esta creencia, Kepler escribió seis melodías, cada una correspondiente a un planeta diferente.

Estudio de Herschel en la localidad inglesa de BathWilliam Herschel
El alemán William Herschel se dedicó profesionalmente a la música y llegó a ser un gran intérprete de oboe, profesor y más tarde director de orquesta. Sin embargo, la lectura a los 35 años del libro Astronomía de James Ferguson le hizo cambiar de profesión y dedicó el resto de su vida a diseñar y construir telescopios. A los pocos años de su nueva afición ya había descubierto un planeta, Urano, que inauguró una larga lista de importantes observaciones y hallazgos astronómicos. Como curiosidad, en la imagen vemos un detalle de la casa donde Herschel vivía con su hermana Caroline, en la localidad inglesa de Bath. En ella se conserva su piano y uno de los telescopios que él mismo construyó.

Georges Gamow
El astrónomo ucraniano Georges Gamow, uno de los tutores de la teoría del Big Bang, incluyó en la serie de libros de divulgación Mr. Tompkins tres arias para ser cantadas por tres eminentes cosmólogos, Abbé George Lemaître, Fred Hoyle y él mismo, que explicaban diferentes teorías de la creación del Universo.

Fred Hoyle
El astrónomo británico Fred Hoyle, autor de la teoría del Estado Estacionario y de la Panspermia, así como creador del término “Big Bang” -que utilizó para ridiculizar la teoría que hoy recibe este nombre-, también tuvo su propia experiencia musical y mantuvo una estrecha amistad con el músico Leo Smit. Escribió para él los libretos de dos composiciones, la ópera Alquimia de Amor (1969) y Copérnico: Narrativa y Credo (1973), e hizo de narrador en el estreno y en la grabación de ésta última.

Brian May
El conocido músico británico Brian May, guitarrista de la exitosa banda Queen, inició su carrera como astrónomo, llegando a pasar varios años en la isla de Tenerife dedicado al estudio de distintos fenómenos astronómicos desde el Observatorio del Teide. En 2008, tras varios años alejado de los escenarios, decidió culminar su formación y obtuvo el doctorado en astrofísica por el Imperial College de Londres.

Voyager
La música ha podido viajar por el espacio a bordo de sondas como las Voyager, lanzadas en 1977 para estudiar los planetas exteriores. Éstas llevan consigo un disco de oro con una selección de sonidos y músicas de varias culturas del mundo diseñado por el astrofísico y divulgador Carl Sagan. En el capítulo 11 de su popular serie Cosmos nos cuenta con orgullo algunos detalles de este curioso CD interestelar:

Mars Polar Lander
En 1999, la NASA instaló un micrófono en la sonda Mars Polar Lander para grabar los sonidos de la superficie marciana, según una idea propuesta por Sagan antes de su muerte. Sin embargo, este particular homenaje que la NASA quiso hacer al popular divulgador tuvo un imprevisto: 10 minutos antes del aterrizaje se perdió el contacto y la misión fracasó, posiblemente debido a un fallo en los cohetes de frenado de la sonda, aunque sigue sin estar claro las causas de su pérdida.

Huygens
La sonda Huygens, fabricada por la Agencia Espacial Europea, aterrizó en la superficie de Titán, satélite de Saturno, llevando consigo un CD de 14 minutos con cuatro temas musicales de estilo roquero compuestos por los franceses Julien Civange y Louis Haeri. Se incorporó, además, a la sonda un par de micrófonos y, aunque pudo registrar el ruido del viento durante el descenso, no pudo grabar los truenos de la densa atmósfera de Titán como se tenía previsto.

Kronos Quartet
En 2002, la NASA asesoró al cuarteto de cuerdas estadounidense Kronos Quartet en la producción multimedia Sun Rings de 10 movimientos, compuesta de sonidos e imágenes espaciales. En el vídeo podemos apreciar lo espectacular de esta propuesta musical:

Symphony of Science
El compositor John Boswell ha elaborado un proyecto llamado Simphony of Science basado en una serie de videos musicales donde científicos y divulgadores como Carl Sagan, Richard Feynman, Stephen Hawking y Richard Dawkins “cantan” los conceptos del conocimiento humano. Un ejemplo de esta interesante fusión entre música electrónica y divulgación científica:

Stellar Music Project
Proyecto musical ideado por el compositor Jeno Keuler y el astrofísico Zoltán Kolláth  para convertir los modos de oscilación de las estrellas en melodías. Se basa en el descubrimiento de cada estrella, como cada instrumento musical, posee su propio sonido, dependiendo de su tamaño y de su edad. El estudio de estas distorsiones permite a la astrosismología conocer, al igual que en una ecografía, lo que sucede en las profundidades de las estrellas. Un ejemplo de composición basada en oscilaciones estelares: StellarMusicNo1.mp3. En el vídeo, el astrofísico Todd Hoeksema de la Universidad de Standford nos explica cómo se generan estos sonidos en una de las estrellas que mejor conocemos, nuestro Sol:

Stradivarius
El Sol puede ser la respuesta a un misterioso fenómeno musical: el singular sonido del violín Stradivarius. Una de las muchas teorías al respecto sostiene que el secreto está en el “Mínimo de Maunder”, un periodo de escasa actividad solar que, entre los siglos XVII y XVIII, provocó un descenso en la temperatura en Europa. Esta “Pequeña Edad de Hielo” pudo causar un lento crecimiento en los árboles que dotaron a la madera de unas singulares cualidades sonoras.

Teoría de cuerdas
El sonido también forma parte de una moderna teoría de la física que trata de superar la incompatibilidad entre mecánica cuántica y la relatividad general. La conocida teoría de cuerdas describe el Universo como una sinfonía cósmica resonando con todas las notas que entonan unos minúsculos hilos vibrantes.  No hay mejor manera para comprender esta interesante y compleja teoría que ver «El Universo elegante«, uno de los mejores documentales de divulgación científica de los últimos años realizado por la PBS para el canal NOVA y presentado por el físico Brian Greene, autor del libro homónimo:

Este artículo fue publicado en la revista «Astronomía en los Museos», editada por el Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife.

Bocadillos de Ciencia

Desde su origen, como subproducto cultural de la comunicación de masas, el cómic ha sido una divertida y motivadora fuente de información de una gran variedad de asuntos entre los que, sin duda, la ciencia ocupa un lugar destacado. Es fácil encontrar conceptos de mecánica clásica, de electromagnetismo, de astronomía, de física cuántica o de relatividad explicados a través de científicos locos o villanos extraterrestres capaces de transformar la materia, viajar en el tiempo, mutar por efecto de los rayos cósmicos o de obtener poderes a través de minerales procedentes del espacio en forma de meteoritos. Los cómics no son ensayos científicos, pero su lenguaje directo y su estética simplificada lo convierten en una magnífica herramienta de divulgación científica.

Tintín en la Luna
El creador de Tintín, el belga Georges Remi (Hergé), tuvo mucho cuidado para que sus libros fueran científicamente rigurosos. En Objetivo: La Luna (1950) y Aterrizaje en la Luna (1953) relata la construcción de un reactor nuclear y su uso para propulsar el cohete, inspirado en el misil alemán V2 de Wernher von Braun. Narra también los efectos gravitatorios de los asteroides y las consecuencias de su impacto. En sus viñetas se aprecia cómo los líquidos adquieren la forma esférica en ingravidez o cómo frenar la aceleración del cohete en su alunizaje. Representa, además, los movimientos en la gravedad lunar de sus personajes, que en sus paseos descubren accidentalmente agua helada bajo la superficie. Tintín no sólo se anticipó 15 años a la NASA en pisar la superficie de nuestro satélite, sino que en septiembre de 2009 la NASA publicó algo que ninguna misión tripulada había descubierto: la detección de agua en la Luna.

El Quimicefa del Pato Donald
Los cómics también han servido de inspiración a algunos investigadores. En una historieta del Pato Donald de 1944, mientras este personaje se divierte con sus sobrinos realizando un experimento de química, descubre el Duckmite, una sustancia explosiva que usa para impulsar un cohete hasta la Luna. El descubrimiento de Donald es en realidad la primera mención en la historia del metileno, CH2. Tras su publicación, varios laboratorios se mostraron interesados por esta sustancia cuya existencia no pudo probar la espectroscopía hasta veinte años después.

Videoconferencia con Flash Gordon
Los cómics de Flash Gordon mostraron cierto interés en divulgar la entonces incipiente exploración espacial. Su punto de partida -la inminente colisión de un asteroide y los planes de desviarlo con un cohete-, muestra una especulativa solución que la ciencia investiga actualmente, claro que sin tripulación a bordo. También viajó a la Luna donde consiguió escapar a varias trampas gracias al conocimiento científico como, por ejemplo, descifrando unos sonidos como la secuencia del número pi, 3-1-4-1-6, o al identificar los elementos de la tabla periódica correspondientes al Nitrógeno y Oxígeno que componen la atmósfera terrestre. Pero lo más asombroso es descubrir en una viñeta de 1937 cómo los soldados del villano Ming el Despiadado utilizan un ordenador portátil para comunicarse con su líder en una especie de videoconferencia por Skype.

La física de los superhéroes
James Kakalios, físico de la Universidad de Chicago, reunió en el libro La física de los superhéroes todas estas cuestiones relacionadas con los superpoderes de los más populares personajes del cómic. En él examina las leyes de la fuerza y el movimiento con Supermán, así como la imposible gravedad del planeta Krypton, y analiza si la tela de araña puede o no sujetar a Spiderman, entre otros asuntos. De esta forma, convierte a estos personajes en sustitutos de las abstractas explicaciones con cuerdas, poleas y planos inclinados de las lecciones de física. El éxito de este libro convirtió a su autor en asesor científico de la adaptación al cine del cómic Watchmen.

Historia del Universo
La colección Historia del Universo en cómic del matemático y dibujante Larry Gonick se lleva publicando por entregas desde 1977. En esta historieta se hace un recorrido por toda la historia del conocimiento y la ciencia a través de los viajes en el tiempo que realiza una especie de alter ego del propio autor con la apariencia de Einstein, cuya máquina se activa al leer un pasaje de cualquier libro de historia. Científicos como el conocido astrónomo y divulgador Carl Sagan han declarado su admiración por este cómic.

Viva la Ciencia
El libro Viva la Ciencia del catedrático de historia de la ciencia José Manuel Sánchez Ron y el dibujante y periodista Antonio Mingote es otro ejemplo que demuestra la perfecta sincronía entre dibujo y texto para divulgar ciencia. En su prólogo podemos leer: “Hemos escrito y dibujado este libro para ayudar a cuantos más mejor a que la ciencia no les sea extraña”. Y añaden: “nos gustaría que estas paginas pudiesen servir para que todos aquellos a los que les fue negada (o rechazada) la luz de la ciencia, esto es, aquellos que no tuvieron la oportunidad de recibir alguna educación científica, puedan familiarizarse ahora con algunos de sus contenidos y características.”

Astronomía en Viñetas
Estimular la curiosidad del lector aprovechando el hilo de la actualidad es una buena herramienta de divulgación. La ciencia es de las pocas noticias buenas que publican los periódicos. Por ello, a veces ocupa un lugar destacado en las tiras de prensa diaria. Astronomía en Viñetas es una interesante iniciativa del Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife que ha reunido en una exposición una docena de viñetas cómicas publicadas en prensa y que han sido cedidas por un grupo de dibujantes nacionales e internacionales formado por Joaquín Lavado (Quino), Antonio Mingote (Mingote), Antonio Fraguas (Forges), Ramón Rodríguez (Hipo, Popo, Pota y Tamo) y Pepe Medina (Medina).

Este artículo fue publicado en la revista «Astronomía en los museos», editada por el Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife.

La forma del átomo II

«Dios es capaz de crear partículas de distintos tamaños y formas… y quizás de densidades y fuerzas distintas, y de este modo puede variar las leyes de la naturaleza, y hacer nuevos mundos de tipos diferentes en partes diferentes del Universo. Yo por lo menos no veo esto nada contradictorio», ISAAC NEWTON, Óptica

Los Simpson

El modelo planetario del átomo ha inspirado a generaciones de artistas y escritores de ciencia ficción a imaginar mundos dentro de otros mundos, en la que los átomos son diminutos sistemas solares que forman parte de una estructura cada vez mayor. Un ejemplo de ello es esta genial intro de un capítulo de Los Simpson.

Buckminster Fuller

No sólo la configuración elemental de la materia ha inspirado al arte. Una estructura arquitectónica conocida como cúpula geodésica, desarrollada por el ingeniero y visionario Richard Buckminster Fuller en 1954, dio nombre a un tipo de molécula formada por átomos de carbono llamada fulereno. Tanto la molécula como la cúpula geodésica comparten su forma esférica generada a partir de polígonos cuyos vértices coinciden con la superficie de una esfera. Este tipo de estructuras son extremadamente ligeras y estables debido a lo que Fuller calificó como tensegridad, esto es, el equilibrio entre fuerzas de tracción y compresión. Si quieren saber más sobre el legado de Buckminster Fuller, vean este magnífico reportaje de la CBS y no se pierdan su ‘espacial’ final con esta reflexión del arquitecto: «everyboy is an astronaut».



Atomium

Cuandoel arquitecto André Waerkeyn recibió el encargo de construir un monumento para la Exposición Universal de Bruselas de1958, no dudó en diseñar una estructura atómica como símbolo de la era moderna. Compuesta por nueve esferas de acero de 18 metros de diámetro, representa la estructura de un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces. Planeada para permanecer sólo seis meses, pronto se convirtió en una atracción turística y ha perdurado hasta la actualidad como un emblema de la ciudad de Bruselas.

A is For Atom

Poco después de la explosión de Hiroshima, los Estados Unidos iniciaron una campaña para promocionar el uso pacífico de la energía atómica. Para ello realizaron algunas películas de propaganda con el propósito de “humanizar” la figura del átomo. A is For Atom (1953) es un ejemplo de este esfuerzo. Se trata de una película educativa de animación producido por General Electric en la que los elementos aparecen como personas con cabeza de molécula y la energía nuclear como gigantes portadores de progreso para la humanidad. El film es una reliquia del pensamiento y de la animación americana de los años 50.

La hormiga atómica

Tras la explosión nuclear en Japón,  numerosos monstruos y superhéroes mutantes aparecieron en la ficción como metáfora del temor surgido por la nueva energía. Entre ellos, La Hormiga Atómica es un personaje de dibujos animados creado por la factoría de animación Hanna-Barbera en 1965. Se trata de una minúscula hormiga antropomórfica y parlante, poseedora de una gran fuerza y poder que obtiene de la exposición a la radiación a través de un “desintegrador de átomos” que se encuentra en su laboratorio. Su símbolo no podría ser otro que el modelo atómico de Bohr.

Doctor Manhattan

Dr. Manhattan es uno de los personajes principales del popular comic Watchmen, cuya acción transcurre en los años 80 en el marco de una inminente guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Tras sufrir un accidente durante un experimento de física para desintegrar los objetos en átomos individuales su cuerpo se vaporiza. Sin embargo, sus átomos vuelven a combinarse convertido en un superhéroe capaz de manipular la materia. Sus creadores se inspiraron en otro superhéreo  de los años 60 con iguales poderes llamado Capitán Átomo . A diferencia de aquel personaje, el Dr. Manhattan rechaza un uniforme con el símbolo del átomo de Bohr, que considera absurdo, y se graba en la frente el esquema de un átomo de hidrógeno.

Here Comes Science

They Might Be Giants es un grupo de música indie estadounidense formado en los 80. Desde 2005 han elaborado varios proyectos educativos para niños. Su último disco en 2009 está dedicado a la divulgación de la ciencia. Para ello han elaborado varios videoclips de animación donde explican con sencillez varios conceptos científicos, entre ellos, este brillante vídeo sobre la tabla periódica donde se da a entender cómo los elementos se ordenan según las propiedades físicas de sus átomos.

Cosmos

El popular astrónomo y divulgador de la ciencia Carl Sagan hizo una magistral descripción de los átomos y de los elementos químicos en el episodio 9 de su serie Cosmos sin mostrar ni una sola representación del modelo atómico. Si a él le sobraban las imágenes, a quienes nos dedicamos a la divulgación nos sobran las palabras para describir la genilidad del maestro.

Atom

Una de los mejores documentales sobre física cuántica. Realizado en 2007 por la BBC y presentado por el físico Jim Al-Khalili, posiblemente el nuevo Carl Sagan de la divulgación científica, está compuesto por tres episodios donde se explica cómo el descubrimiento del átomo ha cambiado nuestra comprensión del Universo.


La forma del átomo I

Modelo planetario del átomo

Todo el mundo conoce la imagen del átomo formada por varios electrones dando vueltas a un núcleo como planetas orbitando alrededor del Sol. Esta figura la creó en 1904 un físico japonés llamado Hantaro Nagaoka y aunque constituye la percepción más común del átomo, está equivocada.

Según la mecánica cuántica, las partículas elementales tienen una apariencia un tanto borrosa. Los electrones se parecen más bien a aspas de un ventilador que gira. Es decir, el electrón no ocupa una órbita definida, sino una nube o zona del espacio donde existe la probabilidad de encontrarlos. El siguiente vídeo, elaborado por el canal NOVA de la televisión pública americana PBS, ilustra a la pefección cómo es en realidad un átomo:

Literalmente, un átomo no se parece a nada que hayamos visto antes. Tal vez, debido a esta incapacidad de poder someter al mundo subatómico a nuestro sentido común, el modelo planetario del átomo, ordenado y mecanicista, se siga enseñando en las escuelas y haya inspirado a multitud de artistas desde su formulación en los primeros años del siglo XX. Fue entonces cuando surgió en las más variadas ramas del conocimiento un mismo interés por descomponer el objeto de estudio en sus unidades mínimas: desde las partículas subatómicas en la física a las cadenas del ADN en la genética o los factores conductuales en psicología.

En arte, el equivalente de esta tendencia fue la abstracción. Las vanguardias artísticas, en su búsqueda de un lenguaje renovado que expresara una realidad más completa y diversa, no dudaron incorporar los avances científicos de la época, especialmente, los relacionados con la nueva física de la fragmentación de la materia. La idea de que un mensaje visual complejo se puede construir a partir de elementos simples se convirtió en uno de los principios básicos del arte abstracto.

Kandinsky, anatomía de un lienzo

"Composición VIII", Wassily Kandinsky

Tal vez le corresponde a Vassili Kandinsky la contribución más lúdica a esta nueva concepción del arte. Su interés por la ciencia fue una constante en su vida y ejerció una profunda influencia en su obra. Uno de los descubrimientos científicos más decisivos en su pintura y que sirvió de justificación teórica en el proceso de abandono del naturalismo a la abstracción une sus raíces en la composición atómica de la materia. No es casualidad que sólo pasaran diez años entre la creación de su pintura más representativa «Composición VIII” (1923) y la aparición del modelo atómico del físico Niels Bohr en 1913.

"Several circles", Wassily Kandinsky

Gracias a su erudición, Kandinsky supo entender la nueva realidad, más allá de las percepciones y sin determinismo, que la mecánica cuántica planteaba. En palabras del pintor, refiriéndose al descubrimiento de las partículas subatómicas: “Un acontecimiento científico vino a eliminar uno de los obstáculos más importantes de este camino. Fue la división del átomo. En mi alma, la desintegración del átomo era lo mismo que la desintegración del mundo entero.”

La nueva era de la incertidumbre era para él un logro que confirmaba la fortaleza de la ciencia y, a su vez, una oportunidad de cambio para el arte. “Allí están los sabios profesionales que analizan una y otra vez la materia, que no tienen miedo a ninguna pregunta, y que finalmente ponen en tela de juicio la misma materia sobre la que ayer descansaba todo y sobre la que se apoyaba todo el universo”, expresó.

"Circles in a circle", Wassily Kandisnky

La materia ya no era algo rígido, aprehensible mediante los sentidos, sino un complejo enredo de materia y vacío, unida por fuerzas que apenas comenzaban a estudiarse. “Todo se hacía precario, inestable, blando. No me hubiera asombrado ver una piedra fundirse en el aire frente a mí y hacerse invisible», explicó. Kandisnky no dudó en convertir este sentimiento de pérdida total del sentido y de colapso de las bases preexistentes en una conversión a la abstracción y concentró sus esfuerzos pictóricos en visualizar esa inestabilidad material e invisible.

Dalí y la mística nuclear
Dalí también se sintió fascinado por la teoría cuántica. El llamado periodo nuclear de Dalí empieza con el lanzamiento de la bomba de Hiroshima: “La explosión atómica el 6 de agosto de 1945 me había estremecido sísmicamente. A partir de entonces el átomo se convirtió en mi sujeto de reflexión preferido. Muchos paisajes pintados en este periodo expresan el miedo enorme que sentí con el miedo de la explosión“.

"Las tres esfinges de bikini", Salvador Dalí

Interesado por el mundo escondido de los sueños y del psicoanálisis, la física de partículas significó para él la posibilidad de conocer metafóricamente los misterios insondables de la materia. “En la actualidad el mundo exterior -el de la física- ha trascendido al de la psicología. Mi padre hoy es el doctor Heisenberg”, manifestó. Para el pintor, el Principio de Incertidumbre formulado por el físico era algo absolutamente surrealista: “Esta es la razón de que yo, que hasta ahora sólo admiraba a Dalí, comience admirar a ese Heisenberg que se parece a mi”.

La desintegración de la materia y la liberación de la energía como consecuencia de las fuerzas que unen las partículas subatómicas serán, desde entonces, algunos de los temas recurrentes de Dalí. “Deseaba ver y comprender las fuerzas y leyes ocultas de las cosas, evidentemente para llegara a dominarlas”, declaró el pintor quien se consideraba a sí mismo como un “medio excepcional para penetrar en el corazón de las cosas”. Llegó a manifestar: “En la comarca del Empordán el único átomo que se encuentra en periodo de fabricación es el átomo de Dalí”.

"Galatea de las esferas", Salvador Dalí

El pintor se sintió, sobre todo, cautivado por la representación esférica de los átomos. En su universo atómico, los objetos se descomponen en partículas corpusculares que flotan en un estado de aparente inmovilidad a través de fuerzas de atracción y repulsión recíproca. “Sumido en una gran efervescencia de ideas, decidí acometer la solución plástica de la teoría cuántica, e inventé el realismo cuantificado para convertirme en dueño de la gravitación”, expresó.

"La separación del átomo (Desmaterialización cerca de la nariz de Nerón)", Salvador Dalí

La tensión superficial, la fuerza de origen atómico que impide que los materiales se mezclen, sirvieron a Dalí para justificar una vuelta al misticismo en el que incorporó elementos tradicionales de la pintura religiosa. “La virgen no asciende al cielo rezando. Sube hacia él impulsado por la fuerza misma de sus antiprotones”, comentó. Consideraba las partículas y antipartículas como “elementos angelicales” y manifestó: “Con los pi-mesones y los más gelatinosos e indeterminados neutrinos deseo pintar la belleza de los ángeles y de la realidad (…) Si los físicos producen antimateria, les está permitido a los pintores, ya especialistas en ángeles, pintarlas.”

Más allá de la Relatividad

«Un físico es el medio que tienen los átomo de pensar en los átomos», Anónimo.

Vídeo de divulgación donde se explican dos de los descubrimientos que Albert Einstein publicó en el mismo año que su teoría de la relatividad: el movimiento browniano, que proporcionó pruebas de la existencia de los átomos; y el efecto fotoeléctrico, que supuso la explicación más exacta de la naturaleza de la luz, así como el premio Nobel de física para su autor. Realizado por Iván Jiménez

El siglo XX vio como se transformaba súbitamente la visión de la realidad. La física que nos había guiado desde los tiempos de Galileo a Newton dejó de tener sentido. Uno de los principales causantes de esta revolución fue Albert Einstein. Gracias a él se desarrollaron las dos piedras angulares en las que hemos reconstruido nuestra comprensión del Universo y la materia.

Por un lado, la Relatividad supuso un cambio radical en nuestro modo de ver el mundo cuando los objetos se mueven a gran rapidez o tienen una gran masa. Gracias a ella descubrimos que el espacio y el tiempo son curvos e inseparables, que el Universo había tenido un comienzo y que aún se está expandiendo. Pero, por otro lado, Einstein también proyectó el primer rayo de luz sobre una nueva rama de la física: la mecánica cuántica. Un nuevo marco para comprender el comportamiento de los átomos, el mundo de la luz, la electricidad y de todo lo que opera a las escalas más diminutas.

A cambio hemos tenido que pagar un precio muy alto: renunciar a las certezas y dejar la ciencia en manos de la probabilidad. El mundo de lo infinitamente pequeño representa una realidad ajena a nuestra experiencia cotidiana y sentido común. Simplemente no se puede comprender a base de símiles derivados de la experiencia humana. Sin embargo, sin ella no podemos comprender muchas cosas que de otro modo no habríamos podido conocer.

La mecánica cuántica no sólo es fascinante por sus insólitos planteamientos y sus extravagantes leyes, además ha servido para realizar las predicciones más precisas y eficaces de toda la historia de la ciencia. Predijo la posibilidad del láser, que hoy tiene múltiples aplicaciones, desde en ingeniería hasta los lectores de CD; ha ayudado a la optimización de nuevos medicamentos y materiales; o se ha utilizado como base para nuevos microscopios capaces de ver la forma de las propias moléculas.

Paradójicamente, Albert Einstein se negó a aceptar la teoría que él mismo había ayudado a crear y sostuvo, hasta su muerte, que la realidad debía estar acorde con ideas más intuitivas. Aunque siempre se cita su frase “Dios no juega a los dados”, sus palabras auténticas fueron: “parece difícil echarle un vistazo furtivo a las cartas de Dios. Pero que juegue a los dados y utilice métodos telepáticos… es algo que yo no puedo creer ni por un momento”.

Cuántica: la chistera de mago

Este vídeo nace de la necesidad urgente de divulgación hacia la sociedad de este campo del conocimiento ya que, recientemente, ha crecido la popularidad de la física cuántica entre muchas pseudociencias que han encontrado en la complejidad de esta disciplina la jerga y verborrea adecuada para dotar de base científica a sus absurdas pretensiones con el innegable intento de obtener credibilidad.

Nuestra imagen del mundo y de nosotros mismos se ha visto afectada por los descubrimientos científicos. Para algunos seguidores de la Nueva Era, creyentes en ovnis, astrólogos, homeópatas y amantes de las pulseras milagrosas la ciencia les ha arrebatado el misterio esencial de la vida. Pero, en realidad, la ciencia sólo ha ayudado a eliminar algunos mitos producto de la ignorancia. Por suerte, ya han pasado los tiempos en el que las enfermedades eran resultado de maldiciones, o cuando la Tierra era el centro del Universo y los rayos, instrumentos de los dioses.

La ciencia no tiene respuestas a todos las preguntas, pero su realidad está abrumadoramente respaldada por las pruebas experimentales, lo que supone una evidencia muy importante de la existencia de unas leyes que, aún fuera de nuestra experiencia directa, nos sirven para comprender y prever el funcionamiento de la Naturaleza. Esto no significa que las respuestas sean ciertas y que el científico tenga la verdad.  Sea como sea, la ciencia, en su intento de dar solución a las grandes preguntas de la humanidad, nos ha proporcionado un conjunto de nuevos misterios igual de profundos e interesantes. Y eso es lo verdaderamente estimulante del conocimiento científico.

Cuando existen preguntas que la ciencia no puede responder pasan a formar parte del dominio de las creencias y las religiones. Estas son perfectamente respetables y forman parte de la propia naturaleza humana, pero todavía ninguna forma de fe ha sido suficiente para demostrar algún milagro, al menos que, como decía David Hume “el testimonio sea de tal categoría que su falsedad sea más milagrosa que los hechos que se propone establecer”. O lo que es lo miso, como simplificó el excelente divulgador Carl Sagan, “las afirmaciones extraordinarias precisan pruebas extraordinarias”.

Para finalizar, no está de más compartir el legítimo consejo de Bertrand Russell: “No es conveniente creer una proposición cuando no hay base alguna que sugiera que es cierta”. Espero que el vídeo trasmita al espectador algún ejemplo de lo fascinante y sorprendente que puede ser la ciencia.

Ver también:

«Viaje a la Relatividad» (Vídeo sobre la teoría especial y general de la Relatividad)

Puntitos

Este corto obtuvo una Mención Especial en la Octava Edición de Jameson Notodofilmfest (Madrid, 2010) en la categoría Starlight. Realizado por Iván Jiménez

Jameson Notodofilmfest, con el apoyo del Instituto de Astrofísica de Canarias, invitó este año a realizar cortometrajes que se inspiraran en el tema «el cielo y las estrellas». De casi un centenar de trabajos presentados a esta sección, que se llamó Starlight, sólo dos llegaron a la final celebrada el pasado 20 de abril en el Teatro Alcázar de Madrid.

Bajo el seudónimo de Noa Rodríguez Rodríguez, el/la director/a del film intenta dar explicación a las eternas preguntas sobre el Universo a través del humor y la ironía, resaltando los tópicos, las frases hechas y las reflexiones manidas que habitualmente acompañan las observaciones del cielo estrellado.

En la forma de una discusión de pareja, interpretada por Natalia Ruiz y Javier Martos, el corto avanza hasta una sorpresa final que da sentido a la buscada simplicidad visual y técnica del film, y que resalta, a modo de autocrítica, la cada vez más frecuente actitud en astrofísica y, en general, en la ciencia, de ver lo que se quiere ver.  También pretende ser una metáfora literal de lo “pequeños e insignificantes que somos” (parafraseando las trilladas palabras de uno de sus personajes), pero dando la vuelta a la popular y gastada visión de los seres humanos vistos como un hormiguero desde la altura.

Aunque se trata de un corto sencillo y poco elaborado (tan sólo se dedicó un par de horas en su realización y una caja de zapatos, la que aparece en el cartel), “Puntitos” confía en la inteligencia del público para que éste agrupe ideas y alcance sus propias conclusiones a través de un formato poco corriente y «bajo mínimos» narrativos: un plano fijo y dos personajes fuera de campo. Una elección arriesgada, pero ilustradora de que con una idea de base y sin medios se pueden contar historias y estimular la reflexión de temas tan profundos y complicados como lo es el Universo y nuestro lugar en él.

Enlace a la versión con seudónimo presentada en Notodofilmfest

Gravedades Cósmicas I

Cuento infantil realizado para el Intituto de Astrofísica de Canarias (IAC)

El niño desorbitado

Quiso ver tan y tan lejos en el cielo,
que cortas se quedaron las ópticas.
Y tanto forzó la vista el jovenzuelo,
que un día sus ojos se salieron de las órbitas.

Un agujero negro

Harto de estar siempre a oscuras,
una vela tras otra encendía.
Pero era tanta su gordura,
que a su estómago siempre caían.

¡Qué gravedad! ¡Qué desmesura!
¡Tener en su silueta esa curvatura!

La Luna, oculta

¡Qué blanca, qué franca, qué clara!
Siempre mostrando la misma cara;
pero nadie recuerda en su conjuro
que también oculta un lado oscuro.

Saturning

Saturno no quería ser como los demás,
un planeta redondo, sumiso y en rotación.
Decidió tunearse poniéndose un alerón
y fue la envidia de todo el Sistema Solar.

¡A su alrededor causó tanta admiración,
que como satélites se pusieron a orbitar!

La novia cometa

Érase una novia de un asteroide prometida
que, en su altar, esperando se quedó triste y sola,
pues la dejó su pétreo compañero, un bala perdida,
y apenada marchó arrastrando su larga cola.

Ingenua la novia, ¡enamorarse de una asteroide!
¡Qué se puede esperar de una roca ovoide!

Los exoplanetas

El Cosmos es muy grande para algunos planetas,
tanto que muchos quedan sin ser descubiertos.
Y hacen cosas tan extrañas en su desconcierto,
que a sus estrellas vuelven majaretas.

Sueñan que los astrónomos tienen el acierto
de detectar, algún día, su redonda silueta.

Una enana marrón

Lo intentó todo para ser una estrella,
pero es de nacimiento llevar corona:
muy chica para brillar como centella;
para ser planeta, tal vez barrigona.

¡Qué peor desgracia que estar entre dos!
¡Ni astro ni planeta, ser enana y marrón!

(Continuará)

Naturaleza y matemáticas

Vídeo realizado por Cristóbal Vila (www.etereaestudios.com) que ilustra la relación entre las formas naturales y las propiedades matemáticas de la serie y espiral de Fibonacci, la proporción y el ángulo áureos, las triangulaciones de Delaunay y las teselaciones de Voronoi.

César Portela, aquitecto de estrellas

Entevista al arquitecto nacido en Pontevedra, César Portela. En su trabajo afirma sentirse inspirado por el cielo estrellado y tener muy presente la iluminación natural, considerando las estrellas como fuentes de luz que deben integrase al diseño de edificios y construcciones. Reivindica la arquitectura tradicional como pionera en entender las relaciones entre el Universo, el espacio y la tecnología.

Arquitecto nacido en Pontevedra. Estudió en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y Barcelona. Ha recibido multitud de reconocimientos y distinciones, entre los que destaca el Premio Nacional de Arquitectura Española, en 1999.

¿Qué debería copiar nuestra arquitectura y el urbanismo de la arquitectura celeste del Universo?
Muchas cosas: la naturalidad, la verdad, la eficiencia. El Universo es una fuente inagotable de inspiración; deberíamos copiar su complejidad y al mismo tiempo su sencillez. Las cosas sencillas no significan que sean simples. El Universo es sencillo pero complejo al mismo tiempo.

En muchas culturas de la antigüedad la arquitectura estaba influenciada por el cielo estrellado. ¿En que momento y por qué la arquitectura se aleja de la astronomía?
El avance en otros campos de la tecnología nos distrajo de cosas fundamentales. En el camino los arquitectos perdimos de vista algo tan esencial como el tratamiento natural de la calefacción y la refrigeración de los edificios, y el contacto con la luz natural y de las estrellas. En el caso de la iluminación, arquitectura y luz han ido siempre de la mano a lo largo de la historia y es un factor esencial en la configuración del espacio arquitectónico. La luz sirve para iluminar los objetos que nos rodean y a nosotros mismos. Le Corbusier decía que la arquitectura es un juego de formas, de volúmenes y de texturas bajo la luz. Los arquitectos jugamos con la luz, aunque tal vez sea la luz la que juegue con nosotros.

¿Estamos actualmente iluminando bien?
Un amigo director de cine decía que en una película era casi tan importante el iluminador como los actores: no hay nada peor que un gesto mal iluminado. El manejo de la luz artificial es fundamental. En el campo de la arquitectura muchas veces se cambió la calidad de la luz por la intensidad. Fue un pretendido logro de este mundo desarrollista en el que estamos viviendo donde importa más el crecimiento que la calidad. En la arquitectura actual echo en falta la investigación y el matiz en conseguir iluminaciones de calidad.

De hecho, hemos condenado a la naturaleza al insomnio. ¿Cómo puede la arquitectura recuperar la mirada al cielo?
Yo recuerdo una noche en el patio de La Alhambra donde la arquitectura y la luz de las estrellas me provocaron una sensación inolvidable. Ese recogimiento que uno tiene cuando la luz desciende y se une el silencio y la noche estrellada es fundamental de recuperar. Es casi imposible recordar historias de amor en la literatura que no se produzcan bajo el efecto de la luz de las estrellas. Son momentos en los que la oscuridad y la contemplación extreman las emociones.

Tú propones una transformación positiva del territorio en cuanto dialogo con el paisaje y con la conciencia o la herencia cultural del lugar. ¿Cómo consigues un compromiso viable entre lo técnico y el paisaje?
No sintiéndome prepotente y tendiendo siempre en cuenta dónde sitúo mi arquitectura y para qué gente es esa arquitectura, intentando lograr a su vez la mayor belleza posible. Yo creo que hacer algo bello cuesta igual que hacer una cosa fea y mala. Cuando pintas una casa, cuesta igual el kilo de color acertado que el kilo de color desacertado. Y esa es la labor y el reto del arquitecto, hacer algo bueno con el mismo dinero con el que se hace algo malo. La arquitectura es un arte no ensimismado en el que no te puedes permitir ciertos lujos, como sí ocurre en otro tipo de artes. En un poema o en un cuadro puedes hacer lo que quieras, en la arquitectura no, es parte de una necesidad y no del lucimiento personal. La arquitectura te obliga en cuanto sueñas un espacio a pegar un salto y apoyar los pies en el suelo. Desde el principio tienes que compaginar sueño con realidad.

En arquitectura, ¿se confunde a menudo naturaleza con paisaje?
Una cosa es la imagen que uno tiene del lugar y otra cosa es el lugar. La Naturaleza es el sitio; el paisaje es la conciencia o la percepción que uno hace de lo natural. Por eso cuando mil pintores pintan el mismo paisaje lo pintan de manera diferente. El paisaje es más subjetivo, en cambio, la naturaleza se puede objetivar. Un análisis científico te dice que hay una roca, pero cuando yo lo interpreto y lo pinto a mi me dice una cosa y a ti otra. La arquitectura es artificio, pero el artificio no tiene porque llevarse mal con la naturaleza. La buena arquitectura se lleva muy bien con la naturaleza y no pretende ser mimética. Antes de existir Venecia cualquiera hubiera dicho que no se podía construir allí, en cambio, hoy tenemos una maravilla. Lo que diferencia el disparate o la barbarie del arte es la calidad. La arquitectura, si es buena, no tiene porque avergonzarse de ser artificio. Lo mismo le pasa al hombre, no debe avergonzarse de ser racional, pero sí cuando emplea esa racionalidad en contra de sí mismo.

Usar la energía de manera más eficiente, ahorra costes, aumenta la productividad y beneficia el medio ambiente. Si son todas ventajas, ¿por qué cuesta tanto cambiar esta situación de incremento insostenible?
Porque hay intereses claros. Hay empresas que venden kilovatios como hay empresas que venden armas. Las guerras no se acaban cuando todos sabemos que son malas para quienes las pierden y para quienes las ganan.

Derrochar es barato.
Era más barato como se hacía antes cuando en las zonas de calor se organizaban lugares de fresco como el patio interior que provocaba corrientes y te evitabas refrigeración, o el espacio del fuego donde te calentabas y no necesitabas calefacción. Yo creo que hoy en día esos edificios de cristal en lugares tropicales es otro insulto a la razón, porque requiere una cantidad  de energía que es un disparate. Y lo mismo ocurre en zonas de frío en las que es necesario compensar la temperatura con un gasto energético desaforado. Yo creo que la buena arquitectura, además de ser bonita, tiene que ser útil, barata y económica. Hacer más con menos es un logro al que debemos aspirar todos los arquitectos.

En una sociedad del beneficio inmediato, basada en el consumo y el derecho al derroche, ¿es posible un crecimiento sostenible?
Tiene que serlo. Si se acaba, se acaba para todos. Hay gente tan insensata que se cree que esto es eterno, pero en realidad somos muy frágiles. La mayor parte de esa gente que promueve el desarrollo incontrolado está esquizofrénica. En el fondo es miedo y eso es muy peligroso. En las cuestiones de interés general no debería permitirse que la iniciativa pública pueda alcanzar esos límites de locura. Parece que los beneficios son una conquista, un logro; a mi me parece un insulto para la humanidad. El crecimiento sostenible o es posible o acabaremos con nosotros mismos. Si nos queremos suicidar, allá nosotros; yo desde luego no quiero.

¿Qué le espera al hombre de esta situación? ¿Eres optimista con el futuro?
Decía un escritor francés “el futuro será diferente o no será”. Eso vale para el momento que estamos viviendo. Tenemos que dar un cambiazo o no hay futuro. La Tierra y sus recursos son limitados, pero la estupidez humana no tiene límites. Por ejemplo, hoy en día se habla de turismo espacial, algo que cuesta muchos millones. Cuando hay gente que se muere de sed, eso es un desprecio a la solidaridad y al resto de la humanidad. Con los años te das cuenta de que las mayores satisfacciones de la vida son las cosas más baratas: una noche con los amigos, una playa, hablar de lo divino y de lo humano, cosas que no cuestan dinero. En esta esquizofrenia del consumismo y del despilfarro yo creo que hay que volver a las cosas esenciales que realmente cuestan poco y que son fáciles de obtener.

Es paradójico que actualmente los artículos de lujo sean el aire, el silencio y el cielo estrellado.
Y el tiempo. La gente desaprovecha ese tiempo llenándolo con cosas banales en lugar de estar con la gente que quiere y en el lugar adecuado. Eso es lo que vale. Todo lo demás es un disparate.

¿Qué piensas cuando oyes hablar de turismo sostenible?
Antes lo que había eran viajeros que iban en busca de aventuras y que se mezclaban con la gente. El turismo de hoy lo que pretende es alienarte. Es parecido a unos grandes almacenes y esta parafernalia en la que estamos metidos. No nos engañemos, ese es el turismo que hay y que cada vez será mayor.  A mí esto no me interesa. Lo importante son esas satisfacciones que te da el encontrarte con las particularidades de un sitio, poder relacionarte con la gente de allí y disfrutar del encuentro, no sólo con ese lugar, sino también contigo mismo.

Sobre la especulación urbanística has dicho que es un problema de mal gusto y falta de cultura. ¿Cuál es la solución?
Educar siempre es el dinero mejor empleado. Es importante enseñar a es estar conforme con uno mismo porque, entonces, puedes estar conforme en cualquier sitio. Es algo que se debería aprender en los colegios al igual que el respeto a los demás. Hay gente que tiene cuatro casas, una en la playa, otra en el monte y otra en la ciudad, y al final no puede disfrutar de ninguna. En cambio, con una tienda de campaña te arreglas perfectamente.

¿Cuándo el poder público entenderá lo urbano como un bien público? ¿Para cuándo una política no para construir casas sino para construir ciudad?
Eso es esencial. La que más pena me da es que en el pasado esas cosas estaban mucho más claras, hasta el punto de que es difícil encontrar edificios de más de 100 años que no tengan una gran calidad arquitectónica y no se hayan adaptado al territorio o no hayan intentado compaginar la artificialidad con la naturaleza. Hoy en día hay un desprecio al sentido común y un encumbramiento de lo que el hombre puede hacer. Se cree capaz de destruir el paisaje y la naturaleza impunemente, y eso tiene consecuencias.

Finalmente, ¿qué te sugiere una noche con el cielo estrellado?
Que es una suerte estar vivo y poder disfrutar de ese momento. Esas cosas son las que de alguna manera tendríamos que sacarle más partido, a esa maravilla que es la Tierra y este Universo en el que estamos.

Artículo publicado en el magazine digital Caosyciencia.

Jorge Cham, el doctorado en viñetas

Autor de cómic y experto en robótica del California Institute of Technology (Caltech)

Mucho se habla de los progresos y milagros de la ciencia, pero poco se dice sobre la carrera de obstáculos que supone la investigación. En el mundo académico, como en cualquier actividad humana, el éxito no depende tanto de factores externos, como conseguir financiación o la suerte, sino de la salud mental. Mantener una actitud positiva, sobre todo, cuando alguien se enfrenta a un doctorado en el principio de su carrera, es una misión imposible que lleva a muchos jóvenes a hacerse la gran pregunta: ¿Por qué estudio ciencias? Bajo el lema «El poder de procrastinar», el experto en robótica y creador de la tira cómica Piled higher and Deeper, de cuyas siglas se obtiene el acrónimo PhD (también abrevación en inglés de Doctor Philosophiae), Jorge Cham habla en sus viñetas de los beneficios de la procrastinación, un estado parecido a la pereza cuyas propiedades han quedado demostradas por la propia historia, sino… ¿qué hacía Newton debajo de un manzano? ¿Trabajar? Cham describe con humor las miserias de la vida académica, la letra pequeña que nunca se explica y que muchas veces entra en conflicto con las ilusiones y expectativas de muchos jóvenes generando dudas y ansiedad. La tira ha sido publicada en multitud de periódicos y revistas y ha dado lugar a varios libros. No obstante, su éxito ha trascendido al papel convirtiéndose en una publicación online (www.phdcomics.com), punto de encuentro de miles de estudiantes que están atrapados en sus estudios de doctorado.

Viniendo de un terreno científico-técnico, ¿cómo te incorporas al mundo del cómic?
“Empezó en Standford donde hice el doctorado. Allí hubo un anuncio en el periódico universitario pidiendo tiras cómicas. Yo siempre he leído cómics toda mi vida y hablando con mi hermano sobre la experiencia del doctorado se me ocurrió intentarlo para ver que pasaba. En el periódico les gustó, así que seguí dibujando y hasta ahora.”

¿Cómo has compaginado la investigación y la docencia con el dibujo? ¿En qué medida se han beneficiado ambas dedicaciones?
“Al principio lo fui haciendo mientras estudiaba el doctorado. En este contexto fue fácil hablar de mi experiencia, de lo que me pasaba, las clases, los profesores, etc. Luego, cuando me gradué, seguí haciéndolo porque sabía que había gente que lo leía. Siempre le di prioridad, por lo que encontré tiempo para dibujar. El cómic siempre fue para mí una forma de expresar mis emociones y la ansiedad que uno pasa haciendo el doctorado. De manera que fue una buena válvula de escape. Además, profesionalmente es interesante porque me ha dado la oportunidad de visitar lugares donde me invitan a hablar y a dar charlas.”

¿Cuándo dibujas lo haces pensando en un público concreto, el universitario, o piensas en un lector más amplio?
“Cuando pienso en mi audiencia lo hago teniendo en cuenta a la gente que está en la universidad o haciendo investigaciones. Pero uno siempre intenta buscar temas generales que puedan afectar a cualquier persona. Un universitario lo encontrará mucho más chistoso, pero cualquiera lo puede leer y disfrutar de los dibujos y del humor.”

¿Cuál crees que es el éxito de tu tira? ¿Por qué hay tanta gente que se identifica con tus personajes?
“Es interesante ver que mi tira la leen gente de todas partes del mundo y de todas las ramas de la ciencia, de las humanidades y las ciencias sociales. Creo que la gente se identifica porque todos pasamos por lo mismo. Todos empezamos una carrera con ciertas ilusiones y expectativas, pero cuando uno entra en ellas no siempre se corresponde con la realidad y uno se pregunta porqué hago esto o si vale la pena. Esa ansiedad en el contexto universitario es aparentemente igual en todas las disciplinas y en todas partes del mundo.”

Tus lectores han convertido la tira en un punto de encuentro. ¿Qué has aprendido de sus comentarios?
“Es muy interesante el hecho de que muchas de las ciencias se hacen en soledad. Creo que en la astrofísica también ocurre; puedes pasar toda la noche mirando una pantalla. E igual sucede en muchas otras disciplinas. Creo que esto es lo que hace que mucha gente lea la tira; están solas, pero al ver que hay otras personas de muchas disciplinas en todas partes del mundo que están haciendo lo mismo se sienten conectadas. Muchas personas me escriben y me lo cuentan, y eso me da mucho satisfacción.”

Imagino que ese apoyo es lo qué te anima a seguir con la tira.
“Lo que me anima aún no lo he descubierto. Honestamente, empecé haciendo esto no por este sentimiento, sino por una necesidad de expresarme y de crear algo chistoso que entretuviera. La audiencia es algo que hace esta experiencia mucho más excitante.”

¿En dónde te inspiras para crear tus personajes y las situaciones?
“Me inspiro en mi propia experiencia, que es lo que conozco bien. Pero siempre estoy buscando el arquetipo, personajes que me parece que existen en todos partes, en todos los laboratorios y en todas las universidades, y el tipo de dinámicas y situaciones que yo creo que son comunes. Hay un personaje, con quien empezó la tira cómica, que básicamente soy yo. También mis amigos y gente con la quien yo trabajaba forman los distintos personajes.”

¿Cuál es el futuro de la tira cómica? ¿Tienes pensado cambiar de proyecto?
“Pues tengo suficiente material para otros libros. Después, lo más seguro es que se me hayan acabo las ideas. Dentro de un año o dos puede que haga un cambio, quizás en la tira o bien comience otro proyecto. Hay campos como la animación que me interesan mucho, pero el cómic es mucho más fácil. Me gustaría hacer algo, quizás un libro, que mezcle algunos aspectos de la ciencia con el humor.”

¿Eres de la opinión de los que creen que la ciencia debe hacerse entretenida o bien piensas que divulgar es simplificar demasiado las ideas?
“Bueno, es importante que uno hable al nivel del público. Si el público no tiene el contexto para entender algo es importante que la comunicación sea entretenida y se haga un poco simplificada para que la gente se interese y comprenda bien los beneficios de la ciencia y cómo se hace.”

Precisamente, en tu tira cómica haces divulgación no del conocimiento científico, sino de la forma de hacer ciencia. ¿Hasta que punto se puede leer una crítica al sistema académico?

“El cómic cuestiona cuáles son los beneficios y los sacrificios que se debe hacer en una carrera. Espero que sea algo positivo porque te enseña cómo es la realidad. No sé si hay una crítica, pero sí hay gente que ve un poco de cinismo en mi tira cómica. Es cierto que no es muy positiva, pero hay que decir las cosas como son; si el proceso no es del todo favorable para los estudiantes o para las personas que hacen ciencia se tiene que contar.”

Hablando del mundo académico, ¿crees que es beneficiosa para la ciencia la actual tendencia de valorar la investigación según medidas cuantitativas, es decir, la masa de publicaciones en lugar de la calidad?
“En mi opinión, no creo que beneficie mucho. Es importante mantenerte competitivo y trabajar mucho, pero me parece que últimamente el tipo de persona que sobrevive en las universidades o instituciones y que cosecha éxito son personas que tienen más en mente el número de publicaciones que ideas originales.”

¿Hasta que punto la ciencia se ha convertido en una empresa? ¿Se está perdiendo creatividad a favor de rentabilidad?
“Por un lado, la competencia te obliga a ser más imaginativo, pero al mismo tiempo es posible que se esté sacrificando la creatividad por otro tipo de habilidades; se tienen más en cuenta cuestiones administrativas, de cómo vender tu investigación, que ser creativo en las propuestas. Es algo bastante claro cuando vas a buscar trabajo y lo primero que evalúan es el número de publicaciones, la cantidad y no necesariamente la originalidad.”

¿Qué solución darías al problema de la precariedad de los contratos posdoctorales?
“Los contratos son bastante precarios, en general. Hay muy pocas oportunidades, especialmente para puestos de profesor. Literalmente tienes que esperar a que alguien se muera para que se abra una sustitución. Se podría ser más honesto con los estudiantes que quieren estudiar el dotorado y decirles que las posibilidades de ser profesor son pocas y que hay que pensar en otras opciones.”

En la escuela nos obligan a escoger: ciencias o letras. Ambas líneas difícilmente vuelven a encontrarse. ¿Qué opinas de la excesiva especialización en el ámbito del conocimiento?
“Creo que la especialización es inevitable. Cuando se incrementa el volumen de conocimiento de algo hay que especializarse. En ese sentido es muy importante la divulgación. Creo que es fundamental tener una educación completa y no dedicarse demasiado a la ciencia renunciando a la cultura.”

¿Tiene sentido el matrimonio entre el conocimiento humanístico y el científico, tal como sucedió en el Renacimiento, en la ciencia del siglo XXI?
“Si es rentable y alguien te va a contratar, puede que sea posible, aunque no lo creo. De todas formas, siempre van haber personas que tienen un interés general en ambos terrenos.”

¿Sigue la actualidad en materia de astronomía?
“Sí, cada vez que sale una noticia relacionada con la astronomía la leo con interés. Recientemente, he seguido toda la controversia y la discusión sobre Plutón. Además, debo confesar que soy un auténtico admirador de Contact de Carl Sagan. Estoy impaciente por ver alguno de los telescopios que hay aquí.”

¿Cuándo fue la última vez que miró el cielo?
“Creo que fue hace unos meses estando de camping en la playa. Siempre es increíble ver las estrellas y preguntarse de dónde venimos y si hay otros planetas con vida. Lamentablemente, cada vez es más difícil ver el cielo en las ciudades. Es algo que nos perjudica, aunque es algo inevitable. Por suerte todavía queda lugares en los que se puede ver el cielo con cierta claridad.”

Entrevista publicada en el último número de IAC Noticias, revista del Instituto de Astrofísica de Canarias

Ciencia y arte según la astronauta Mae Jemison

(Del canal de Internet Technology, Entretainment and Design (TED). Conferencia pronunciada en el año 2002 en Monterey, California)